jueves, 28 de julio de 2022

Las polémicas de Arguedas Parte II: Tristan Marof

 





Por Oscar Cordova Sanchez

El caso de Gustavo Navarro, más conocido como Tristan Marof, tuvo un ingreso muy acelerado a la acción política del país. Marof desde muy joven había sido un asiduo detractor de gobiernos liberales; su forma de hacer notar su presencia fue con la publicación de ensayos y novelas. Ya en Europa, bajo cargos diplomáticos, se adhiere a las corrientes socialistas de la época, momento para romper con la clásica imposición ideológica de partidos políticos del país. A esto, su fama crece y se disemina por diferentes países. Arguedas observa detenidamente al constructor de este movimiento.

Para Marof siempre fue una molestia la fama con la que miraban a Alcides Arguedas, deseaba tener la misma atención en el continente europeo que el autor de Pueblo Enfermo. Por sus posiciones de enfoque spobre el progreso de la nación el desprecio mutuo de ambos se irradiaba cada vez en sus escritos y ensayos. Tanto fue la calumnia e insultos de ambos, absorbidos por la fama obtenida por sus escritos y posturas, que empezaron a mofarse el uno del otro. Arguedas sería letal al publicar verdades atroces y violentas de Marof. 

Las injurias empezarían en 1929 cuando Marof en la revista Claridad de Buenos Aires, publicaría un artículo sobre la eficacia de Arguedas por ser el maestro y guía del pesimismo boliviano. Al pie de página, decía “para el canalla de Alcides Arguedas, esperando mejor ocasión”; la respuesta de Arguedas no se dejó esperar, pero a través de cartas que mandaba a sus allegados y conocidos. Las respuestas eran personales, no había otro modo de sustentar la base de la bronca e ira, sentía asco por leer esos infames ataques y afirma la sensación de ver a un insecto de "baba asquerosa. Aplastarlo, da asco, hasta echarlo lejos de sí”. 

Para 1934, Arguedas publica La  Danza de las Sombras, una especie de diario y notas sobre el contexto del país, la situación de los personajes de un cierto momento y su relación con varios intelectuales del continente europeo. Puso tanto empeño en sacar la verdad y la realidad de las cosas, sacando la versión de algún suceso o hecho. Marof sería protagonista de un capítulo titulado "Un escritor de nombre disfrazado" donde Arguedas desnuda a ese otro Marof.

Empieza describiendo una anécdota que tuvo con Gabriela Mistral en 1922. Entre charla y charla, hablando de cosas de libros y personas, Mistral menciona a Navarro -todavía no tenía conocimiento de su seudónimo-, y empieza a describir el suceso que tuvo años antes cuando lo alojó en su casa, y su comportamiento pidiendo licor para embriagarse; sin embargo, Mistral advirtió en ese momento al joven Navarro dejase la política y escribió algo de sus libros publicados "bastante flojos". Además, menciona el desconocimiento de un libro, Poetas idealistas e idealismo en Bolivia, que lleva un prólogo suyo; en realidad eran cartas arregladas por el mismo Navarro para dar mayor credibilidad.

Aquí Arguedas puntualiza la calidad y de persona es Marof, por violento y calumniador en todo sentido y atacando a todos los militantes liberales de la época como colocar una bomba en la imprenta de Claudio Peñaranda, atacar furiosamente a Jaime Mendoza y arremeter contra otros miembros en el Panóptico de La Paz cuando ejerció el cargo de gobernador de dicho establecimiento durante la 'Gloriosa' revolución del 12 de julio de 1920. Aquí Arguedas, transcribe una entrevista de El Diario, donde Alfredo Jauregui, uno de los sindicados por haber, presumiblemente, asesinado a José Manuel Pando, habla sobre los maltratos que recibió de parte del 'señor Navarro' y amenazar con quitarle la vida sino mencionaba a los directores del asesinato de Pando. 

Con estos antecedentes Arguedas teme por Bolivia y la dirección de Marof al mando de las masas, su instinto de 'odio constituye una permanente amenaza para cualquier grupo humano y donde haya gente que le siga y le escuche, pues el día en que por una aversión cualquiera lograra tener por días, o por horas siquiera la facultad de disponer y ordenar, ese día se verían cosas verdaderamente monstruosas e inconcebibles', finaliza Arguedas. 

Posteriormente la respuesta de Marof sería años después, 1938 específicamente, en el libro La verdad socialista en Bolivia, donde, al igual que su contrincante, dedica un capítulo entero titulado Proceso de un escritor: Alcides Arguedas. Marof, con toda la potencia de triturar a cualquier adversario, se abstiene de mencionar la personalidad de Arguedas y, coherentemente, habla de la importancia y deficiencias del "oficio de historiador" de Arguedas. Su objetivo se basaría en 'comprobarle su falsa posición y sus errores cuando escribe sobre Bolivia y otros países'. 

Empieza desmintiendo el terrible encuentro de estadía en la casa de Mistral y el viaje a Chile no fue por un exilio político, sino fue para conocer a los intelectuales chilenos del momento. Además, menciona su "pobreza fue siempre fiel compañera de mi vida errante de escritor. Yo no tuve la suerte del señor Arguedas de frecuentar millonarios y ponerme a su servicio". 

Continuando con la respuesta, desmiente los abusos cometidos hacia Jauregui y otros miembros liberales, sin dar más explicaciones que la negación de todo hecho descrito por Arguedas. 

Finalizando estos supuestos hechos, empieza a describir la obra de Arguedas, relatando su confusión de joven cuando leía a los escritores sudamericanos de antaño y su motivación de describir los males de sus naciones y hacer dar de cuenta otra terapéutica de su patología nacional correspondiente. 

Al hablar de la obra Pueblo Enfermo (1909) sólo ve razas fuertes y débiles, pueblos enfermos y sanos, cuando no analiza el nivel socioeconómico del momento y, menos aún, el estudio imparcial del país. Reniega contra el libro por haber 'colocado en la frente del pueblo boliviano el estigma de su inferioridad, la mancha de sangre que no puede lavarse'. Crítica la falta de análisis económico y de producción de recursos en sus obras de historia, cuando sólo toma criterio personal con la psique de cada mandatario que el país tuvo. Por ese análisis de estudio caducado, condena a Arguedas ya superado 'al otro lado de la barricada, triste y escéptico, con sus  ocho tomos de historia inútil'. 

La respuesta de Arguedas se hace en la tercera edición de Pueblo Enfermo, en unos cuantos párrafos. Menciona la invasión socialista comandada por militares vueltos del Chaco. Teme por Bolivia. Marof en ese momento surge como un apóstol y defensor de las clases oprimidas, cuando en su momento Arguedas recuerda como ese “sub hombre” había incitado a desertar a varios hombres en plena campaña contra el Paraguay. Arguedas se preocupa por el “insecto” que, había evadido toda su vida, llegue a la cima con su doctrina socialista. 

Podemos ver la diferencia de pensamientos de ambos escritores, haciendo cuestiones del progreso y la interpretación del país. Eso sí, cada uno a su manera y estilo. No obstante, la capacidad de nombrar datos, fechas y algunas curiosidades del pais hacen de esta polémica una rica lectura para ahondar las controversias de esos momentos con la venida del socialismo pisando fuerte sobre el pecho conservador de escritores de otra época.


miércoles, 27 de julio de 2022

Las polémicas de Arguedas Parte I: Bautista Saavedra

 



 

Por Oscar Cordova Sanchez

 

Para la construcción de una narrativa, esta debe ser observada bajo el influjo de la crítica literaria y la aceptación del público lector, quien define si el escritor será tomado en cuenta o no. En este sentido, uno de los literatos que fue foco de varias críticas y creó polémicas con diferentes intelectuales a lo largo de su vida es Alcides Arguedas Diaz (1879-1946), donde, más allá de su fama continental, fue interpelado desde diversos puntos de vista.  

Ya sea en panfleto o columna de algún periódico, Arguedas, desde muy temprana edad se fue dando su inclinación a ser escritor, motivado por crear una obra canónica que quiere dejar a su Bolivia de inicios del siglo XX. Solamente bastó para publicar un libro, Pueblo Enfermo (1909), para convertirse en el foco de atención que tanto anhelaba; sin embargo, el rechazo de varios intelectuales nacionales  dio a su obra una visión negativa sobre el futuro de país, mientras que en el Viejo Continente, España específicamente, su obra iba a ser comentada por varios pensadores de talla continental como el caso de Miguel de Unamuno o Ramiro de Maeztu.

Con el paso de los años, bajo el designio de la calidad punzante de contraatacar a rival que se le oponga, puso énfasis en desnudar varias críticas que hacían a su obra, dando aspectos más ilustrativos; menospreciando la calidad del crítico que haya explorado algunas de sus obras; por esa misma razón las polémicas de Arguedas no sólo guardan un recuerdo fragmentario de la vida intelectual del país, sino la misma historia de sus obras, arremetida en varias interpretaciones. Aquí esbozamos algunos datos sobre las polémicas que tuvo en vida. El escritor cuando tomaba importancia alguna de las miles criticas que se le hacían agarraba la pluma y empezaba la cacería al advenedizo para herir de muerte mediante la letra.

 

BAUTISTA SAAVEDRA 

Esta polémica nace como una revisión a los actos políticos que Bautista Saavedra realizó en su gobierno desde 1921 hasta 1925. Arguedas, con el ojo crítico y la pluma  sincera, da frases zahirientes a la conducción de Saavedra. Su punto de análisis sentó bases para la construcción de hechos y evidencias del carácter de gobierno que se tuvo. Fue así que en abril de 1928, pasados los años caldeados de esa política gubernamental saavedrista, nuestro escritor da el primer paso para iniciar el debate en su columna llamada Palabras Libres, del periodico El Diario. 

Inicia Arguedas titulando esta radiografía gubernamental El Caudillo y el Escritor, adquiriendo protagonismo para iniciar una serie de hechos; válidamente aceptados desde su posición como intelectual internacional. 

Nuestro escritor cuestiona las incoherencias del caudillo al momento de gobernar, dando estado de sitio cuando antes de ser gobernante pregonaba la democracia del pueblo. Rememora esta situación a través de un intercambio epistolar cuando el caudillo fue gobernante, y a partir de estas cartas demuestra la ambición de poder; las respuestas del caudillo solo señala la amnistía total y la instauración de un orden validado en el imperativo patriotico.

Arguedas, recuerda, describe y observa, viendo a su antiguo profesor convertido en caudillo, menciona datos de su gobierno, alterando  “la correspondencia privada, secuestra y falsifica telegramas, mete en prisión a los estudiantes, detiene y encarcela a periodistas, hace cerrar los periódicos independientes y sobre todo impone a palos a sus candidatos al municipio”, todo esto y más, viendo a “un autor de libros sobre política cometiera sin razón tan grandes faltas”. Dando cuenta la acción nefasta del amigo y profesor de ayer, las diferencias se acrecientan por el mismo hecho de adherir la violencia, ira y destrucción de libertades donde Saavedra fue el principal promotor. Arguedas desnuda y divide al Saavedra de antes, estudioso, amante del progreso y esclarecido escritor, con el Saavedra del presente, caudillo, mandón temido y autoritario. Concluye el escritor, decepcionado por el cambio radical e irreversible de su viejo amigo, por haber engañado a la juventud con su “ejemplo de contradicción Intelectual, de sectarismo intolerante y de ineptitud”. 

Saavedra desde su puesto diplomático en Bruselas lee con detenimiento cada palabra usada por su antiguo alumno, toma nota, no acepta el silencio y empieza a redactar su extensa respuesta. El caudillo se fulmina para dar paso de nuevo al escritor. Pocos meses después, sale su libro titulado Palabras Sinceras: Para una historia de ayer; un resumen de sus actos como gobernante, desmintiendo hechos y esclareciendo otros. 

El libro, de más de 100 páginas, publicado en París tenía un objetivo claro, no solo fulminar a su antiguo alumno, sino demostrar el génesis de su actos como presidente del país.

Saavedra examina las columnas de Arguedas y el proceso histórico de cómo se llevo su actuación como gobernante; ante todo da una cátedra de historia para el mismo Arguedas, demuestra insuficiente e incoherente las fórmulas denigratorias de parte del escritor, contrarrestando sus  “tremendas sentencias históricas”, examinando que el curso de la historia misma es un curso donde no hay subjetividades, sino hechos dominados por el medio o por colectivo. Demuestra al autor de Raza de Bronce “su superficialidad, con el candor, con la ignorancia” por la arbitrariedad de sus escritos sobre la historia del país. 

Desglosa parrafo por parrafo las cartas descritas por Arguedas, y señala las causas que llevaron a decretar el estado de sitio, viéndose amenazado por las sublevaciones militares apoyadas por los liberales; mencionando el temor de estos y porque “no había sino un plan,

seguido infatigablemente: el de derrocarme”. Finaliza Saavedra al tema del estado de sitio sus motivos “para no dejar sucumbir el poder público ante la violencia de sus adversarios, hubo necesidad de una mano de hierro. Cumplí con mi deber”.

Esclareciendo los hechos, ataca al Arguedas historiador, por su visión de la historia como “un montón de hechos, cuya lógica interior les es desconocida, pero de los cuales sacan todas las consecuencias que se les antoja”. 

Pasadas algunas semanas Arguedas responde al libro virulento de Saavedra, herido y con las ganas de hacer una réplica justa y objetiva, para dejar en claro la misión de sus libros sobre historia, dejando de lado la critca de Saavedra a su visión de la patria, para no caer en la "vulgaridad de la jactancia". Explica detalladamente la importancia de sus obras historicas que son producto de la falta de un sistema historiográfico de nuestro medio, y solo la información puede ser sustraida por la fuente principal del "documento escrito, cartas, periódicos, libros, folletos, memorias ministeriales, redactores de cámara, boletines, etc. etc.". Reprocha el no haber explicado las circustancias de la anulación de una elección e imponer una candidatura presidencial. "Ciego y sordo está y sus mismos amigos, alarmados, tratan de hacerle cambiar de consejeros porque los que tiene son del todo ineptos", afirma el afamado escritor. Pasadas algunas columnas más para explicar los hechos desde su verdad, Arguedas no obtiene respuesta de su antiguo profesor.

Dejando de lado la visión de los hechos, desmintiendo esas lagunas históricas, esta polémica tiene una alta gama de sinceridad intelectual de ambos contrincantes, yendo con su verdad indómita hacia una construcción de los hechos.

 

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