Por Oscar Cordova Sanchez
El caso de Gustavo Navarro, más conocido como Tristan Marof, tuvo un ingreso muy acelerado a la acción política del país. Marof desde muy joven había sido un asiduo detractor de gobiernos liberales; su forma de hacer notar su presencia fue con la publicación de ensayos y novelas. Ya en Europa, bajo cargos diplomáticos, se adhiere a las corrientes socialistas de la época, momento para romper con la clásica imposición ideológica de partidos políticos del país. A esto, su fama crece y se disemina por diferentes países. Arguedas observa detenidamente al constructor de este movimiento.
Para Marof siempre fue una molestia la fama con la que miraban a Alcides Arguedas, deseaba tener la misma atención en el continente europeo que el autor de Pueblo Enfermo. Por sus posiciones de enfoque spobre el progreso de la nación el desprecio mutuo de ambos se irradiaba cada vez en sus escritos y ensayos. Tanto fue la calumnia e insultos de ambos, absorbidos por la fama obtenida por sus escritos y posturas, que empezaron a mofarse el uno del otro. Arguedas sería letal al publicar verdades atroces y violentas de Marof.
Las injurias empezarían en 1929 cuando Marof en la revista Claridad de Buenos Aires, publicaría un artículo sobre la eficacia de Arguedas por ser el maestro y guía del pesimismo boliviano. Al pie de página, decía “para el canalla de Alcides Arguedas, esperando mejor ocasión”; la respuesta de Arguedas no se dejó esperar, pero a través de cartas que mandaba a sus allegados y conocidos. Las respuestas eran personales, no había otro modo de sustentar la base de la bronca e ira, sentía asco por leer esos infames ataques y afirma la sensación de ver a un insecto de "baba asquerosa. Aplastarlo, da asco, hasta echarlo lejos de sí”.
Para 1934, Arguedas publica La Danza de las Sombras, una especie de diario y notas sobre el contexto del país, la situación de los personajes de un cierto momento y su relación con varios intelectuales del continente europeo. Puso tanto empeño en sacar la verdad y la realidad de las cosas, sacando la versión de algún suceso o hecho. Marof sería protagonista de un capítulo titulado "Un escritor de nombre disfrazado" donde Arguedas desnuda a ese otro Marof.
Empieza describiendo una anécdota que tuvo con Gabriela Mistral en 1922. Entre charla y charla, hablando de cosas de libros y personas, Mistral menciona a Navarro -todavía no tenía conocimiento de su seudónimo-, y empieza a describir el suceso que tuvo años antes cuando lo alojó en su casa, y su comportamiento pidiendo licor para embriagarse; sin embargo, Mistral advirtió en ese momento al joven Navarro dejase la política y escribió algo de sus libros publicados "bastante flojos". Además, menciona el desconocimiento de un libro, Poetas idealistas e idealismo en Bolivia, que lleva un prólogo suyo; en realidad eran cartas arregladas por el mismo Navarro para dar mayor credibilidad.
Aquí Arguedas puntualiza la calidad y de persona es Marof, por violento y calumniador en todo sentido y atacando a todos los militantes liberales de la época como colocar una bomba en la imprenta de Claudio Peñaranda, atacar furiosamente a Jaime Mendoza y arremeter contra otros miembros en el Panóptico de La Paz cuando ejerció el cargo de gobernador de dicho establecimiento durante la 'Gloriosa' revolución del 12 de julio de 1920. Aquí Arguedas, transcribe una entrevista de El Diario, donde Alfredo Jauregui, uno de los sindicados por haber, presumiblemente, asesinado a José Manuel Pando, habla sobre los maltratos que recibió de parte del 'señor Navarro' y amenazar con quitarle la vida sino mencionaba a los directores del asesinato de Pando.
Con estos antecedentes Arguedas teme por Bolivia y la dirección de Marof al mando de las masas, su instinto de 'odio constituye una permanente amenaza para cualquier grupo humano y donde haya gente que le siga y le escuche, pues el día en que por una aversión cualquiera lograra tener por días, o por horas siquiera la facultad de disponer y ordenar, ese día se verían cosas verdaderamente monstruosas e inconcebibles', finaliza Arguedas.
Posteriormente la respuesta de Marof sería años después, 1938 específicamente, en el libro La verdad socialista en Bolivia, donde, al igual que su contrincante, dedica un capítulo entero titulado Proceso de un escritor: Alcides Arguedas. Marof, con toda la potencia de triturar a cualquier adversario, se abstiene de mencionar la personalidad de Arguedas y, coherentemente, habla de la importancia y deficiencias del "oficio de historiador" de Arguedas. Su objetivo se basaría en 'comprobarle su falsa posición y sus errores cuando escribe sobre Bolivia y otros países'.
Empieza desmintiendo el terrible encuentro de estadía en la casa de Mistral y el viaje a Chile no fue por un exilio político, sino fue para conocer a los intelectuales chilenos del momento. Además, menciona su "pobreza fue siempre fiel compañera de mi vida errante de escritor. Yo no tuve la suerte del señor Arguedas de frecuentar millonarios y ponerme a su servicio".
Continuando con la respuesta, desmiente los abusos cometidos hacia Jauregui y otros miembros liberales, sin dar más explicaciones que la negación de todo hecho descrito por Arguedas.
Finalizando estos supuestos hechos, empieza a describir la obra de Arguedas, relatando su confusión de joven cuando leía a los escritores sudamericanos de antaño y su motivación de describir los males de sus naciones y hacer dar de cuenta otra terapéutica de su patología nacional correspondiente.
Al hablar de la obra Pueblo Enfermo (1909) sólo ve razas fuertes y débiles, pueblos enfermos y sanos, cuando no analiza el nivel socioeconómico del momento y, menos aún, el estudio imparcial del país. Reniega contra el libro por haber 'colocado en la frente del pueblo boliviano el estigma de su inferioridad, la mancha de sangre que no puede lavarse'. Crítica la falta de análisis económico y de producción de recursos en sus obras de historia, cuando sólo toma criterio personal con la psique de cada mandatario que el país tuvo. Por ese análisis de estudio caducado, condena a Arguedas ya superado 'al otro lado de la barricada, triste y escéptico, con sus ocho tomos de historia inútil'.
La respuesta de Arguedas se hace en la tercera edición de Pueblo Enfermo, en unos cuantos párrafos. Menciona la invasión socialista comandada por militares vueltos del Chaco. Teme por Bolivia. Marof en ese momento surge como un apóstol y defensor de las clases oprimidas, cuando en su momento Arguedas recuerda como ese “sub hombre” había incitado a desertar a varios hombres en plena campaña contra el Paraguay. Arguedas se preocupa por el “insecto” que, había evadido toda su vida, llegue a la cima con su doctrina socialista.
Podemos ver la diferencia de pensamientos de ambos escritores, haciendo cuestiones del progreso y la interpretación del país. Eso sí, cada uno a su manera y estilo. No obstante, la capacidad de nombrar datos, fechas y algunas curiosidades del pais hacen de esta polémica una rica lectura para ahondar las controversias de esos momentos con la venida del socialismo pisando fuerte sobre el pecho conservador de escritores de otra época.
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