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Retrato mortuorio de Arturo Borda |
Oscar Córdova Sánchez
Arturo Borda, entonces conocido por pequeños cenáculos literarios del
medio, daría un salto a la fama mediante un polémico retrato del expresidente
Gral. José Manuel Pando. Aquí detallamos los inicios tempranos de la censura hacia el arte en
nuestro país.
Es de conocimiento casi general que Arturo Borda, pintor autodidacta,
brilló más por su talento que por las pocas exposiciones que tuvo a lo largo de
su vida. Muchas veces tuvo que ser exiliado por parte de muchos círculos
artísticos, por su capacidad de plasmar el problema social en sus obras y dar
un claro apoyo al movimiento obrero. Colocando su pincel y pintura a favor de
los círculos sociales emergentes, puso énfasis en dar a conocer sus
motivaciones y pensamientos en muchas obras, hoy, casi la totalidad de sus
obras, más de 2 mil, están desaparecidas o en casas particulares.
Para 1917 con la nueva política liberal, anulando todo movimiento
opositor, genera un malestar en la ciudadanía y, en especial, en Borda,
decidiendo negar su apoyo a José Gutiérrez Guerra, militante liberal, y, además,
candidato a la presidencia.
En esos momentos tensos la muerte inesperada del expresidente y General Mayor José Manuel Pando
marcó un antes y después en la forma de la conducción política del país. Se hablaba
de un “crimen político”, manifestado por los voceros republicanos, donde años
más tarde llegaron al poder. En este sentido, Arturo Borda, plasma su adhesión
republicana mediante un polémico cuadro al cual la política municipal de la
ciudad de La Paz trata de erradicar para no promover una insurrección popular
en contra de los liberales.
La tragedia del Kenko, lugar donde fue encontrado Pando, aquel 20 de
junio, tres días después de su deceso, sacó muchas teorías sobre el suceso y
también muchos homenajes rápidamente. Esto fue el detonante para la caída total
de los liberales en el gobierno. Fue fácil encontrar acusados y presuntos
asesinos, entre ellos estaba el banquero Gutiérrez Guerra; aun no siendo
presidente, ya que el 06 de agosto, recién sería posesionado como tal.
Solamente un joven de 17 años, Alfredo Jauregui, sería acusado y fusilado diez
años más tarde. A manera de buscar un culpable cobraron la vida de un inocente
y callaron la verdad, ante todo. Un crimen injusto, innecesario y por lo tanto
políticamente degenerado, ya que años más tarde se daría a luz que la muerte de
Pando sería por un derrame cerebral ocasionado por la ingesta de bebidas en la
casa de los Jauregui.
La prensa opositora no dejaría de escribir varias columnas los días
siguientes sobre este luctuoso hecho. En este sentido, Borda, se perfilaba como
una promesa en el arte boliviano, y provocó gran interés en su pincel por
plasmar al expresidente fallecido.
Todavía no reconocido como un pintor de talla nacional, a pesar de las
buenas críticas de sus exposiciones en 1915 y su relación amistosa con ciertos
escritores como Gregorio Reynolds, Juan Capriles, Federico More, entre otros,
recién se incursiona en la demanda popular mediante el trazo artístico,
logrando dar un impacto social con un retrato a modo redentor de Pando.
En el mes de julio se exhibe el cuadro de Borda, en la Casa Grande,
propiedad de Enrique Borda, ubicado en la calle Comercio. Pintada al óleo donde
se muestra la cabeza de Pando, con los ojos cerrados y con una herida en la
ceja izquierda. Dando la impresión el retrato como si fuera la muerte de un
santo, conmovió a la población; más aún con la teoría de que fue un crimen político,
Borda incursionará efímeramente en una denuncia pública. La recepción fue
grande.
En esos momentos nerviosos para los liberales, deciden retirar el
cuadro, ya que también se reproducen otros bocetos en otras galerías céntricas
de la ciudad. Borda recibe la atención de la prensa por el polémico retrato del
expresidente.
Periódicos como el Diario, La Razón y El Hombre Libre, dan a conocer la
recepción llena de ovaciones y aplausos por la valentía del autor. No fue sino
hasta pasados días de su exposición, donde se decide retirar el cuadro por
orden municipal.
En medio del caos político, se logra identificar quién fue el
responsable de retirar dicho cuadro de la Casa Grande: José L. Calderón,
inspector de la policía del Honorable Concejo. Las justificaciones del retiro
las publica mediante una esquela donde explica los motivos del retiro del
cuadro del ex mandatario donde enumera criterios por los cuales debería no solo
retirarse, sino destruirlo. Entre sus criterios está la forma en como está
representado el retrato, de manera macabra y ausente de toda moral,
especialmente para la familia doliente; así como también asocia este retrato al
de un nicho, pensando que el retrato fuera de un anciano con aspectos similares
al de Pando y, por último, por el “peligro” que corrían los espectadores
denominados como “gente del pueblo” que deambulaban por el centro de la ciudad.
Aquí ya se puede ver aspectos a favor de la clase media por parte de Borda,
quien será un flamante defensor de los derechos obreros y mineros años más
tarde.
Al final, después de varios reclamos de la prensa opositora, la
recepción del cuadro duró días y, posteriormente fue retirado. Pero, ¿dónde
está el cuadro original? Al día de hoy se haya perdido, posiblemente fue
quemado o entregado a los basurales de la ciudad. El caos del momento hizo que
el cuadro de Borda no se expanda a otras ciudades donde se trataba de buscar al
director del crimen, pero también se trataba de calmar el malestar de las masas
que estaban dispuestas a realizar una revuelta civil, sino se daba a un
culpable. Si bien Borda no fue el único en hacer un cuatro en relación a la
muerte de Pando, fue muy censurado por la forma en cómo se representaba a
Pando. Años más tarde, otro pintor, Cecilio Guzmán de Rojas, antes de su viaje
a España, pintaría el cuadro El Proceso Pando, pero, a diferencia del cuadro de
Borda, este no recibiría ninguna censura ni retiro en galerías
comerciales.
El mes de julio fue para Borda el inicio de su carrera artística como
tal, si bien fue de impacto político su obra, no deja de impresionarnos la
inquietud que causó la obra en los medios de esa época. En una sociedad
conservadora y dirigida por elementos elitistas, no dejaron la libertad de
expresión artística en el pintor.
Esta fue la primera censura del siglo XX hacia obras de arte que tengan
un impacto político y social. Décadas más tarde se haría común la censura y
destrucción de cuadros de varios artistas del país, cuando se acercaba una
insurrección o cambio de gobierno, especialmente de corte militar.
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