Alcides Arguedas y Max Nordau
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Max Nordau |
Oscar Córdova Sanchez
En la historia de las ideas en
Bolivia, muchos intelectuales se formaron clásicamente con libros importados de
casa editoriales francesas, alemanas o inglesas, procuraban comparar el
movimiento filosófico y sociológico de boga en Sudamérica con nuestro sistema
republicano basado en un caudillismo gubernamental y un atraso cultural
indeterminado. Si bien estos personajes, en su mayoría, descendiente de
familias criollas y de buen augurio económico, lograron compenetrarse y
analizar a ciertos autores europeos como Nietzsche,
Schopenhauer, Spencer, Guyau entre otros, dieron su criterio de introducir las ideas de estos pensadores a nuestro medio, con el fin de actualizar la lista de reformas pedagógicas y sociales del medio. Un caso fue la recepción del pensamiento del controvertido médico húngaro Max Nordau, donde el dilema de la “honestidad intelectual” generó un análisis en Alcides Arguedas.
Simon Maximilian Sudfled, más conocido como Max Nordau (1849-1923), fue médico, escritor y fundador del movimiento sionista -a pesar de ser agnóstico-, sería el centro de debates y discusiones intelectuales europeas a finales del siglo XIX. De ascendencia judía española y de origen húngaro, se destacó por su agilidad en el ensayo, logrando abarcar varios ámbitos como la filosofía, sociología, política y crítica social, esta última en boga y altamente frecuentada por varios escritores europeos, ya que se veía al nuevo siglo con mucha incertidumbre y como un constante retroceso del ser humano, conocida esta época como de “crisis e inseguridad cultural”. En su máximo apogeo intelectual llega a publicar varios escritos siendo los de mayor demanda Las mentiras convencionales de nuestra civilización (1883) y Degeneración (1893), siendo esta última la más polémica y que dió un amplio debate, donde varios escritores europeos y no europeos se vieron enredados para conceptualizar sus formas de interpretación.
Las mentiras convencionales de
nuestra civilización, cuya tesis
se ocupa de las mentiras de organizaciones colectivas como la mentira
religiosa, monárquica, política, económica e incluso la mentira del matrimonio,
calificando a la humanidad como una “comedia profundamente inmoral”,
proponiendo una “armonía final” basado en una civilización “de verdad, de
bienestar, de amor al prójimo”, basado en un moral separada de todo egoísmo,
mentira e hipocresía.
En cambio, en Degeneración, rompe
ídolos y realiza una radiografía de los cánones artísticos y literarios,
explicando su desarrollo psicológico, patológico, estético y social hasta esa
época. El libro, dedicado a Cesar Lombroso y nombrándolo como una de las “más
soberbias apariciones intelectuales del siglo”, va con la fusión de la
literatura y la enfermedad, figurando en sus páginas la decadencia europea y
analizando a varios degenerados que “no son siempre criminales, prostituidos,
anarquistas o locos declarados; son muchas veces escritores y artistas”,
denunciando la fama que estos sujetos tenían la cantidad de seguidores, donde
se formaba una nueva generación con tendencia en la “locura moral, la
imbecilidad y de la demencia”, solamente transmitida por estos pintores y
escritores en boga. Divide su estudio en dos grandes partes: primero, dar
conceptos sobre el término fin de siecle, analizando la cúspide de la
inmoralidad, el odio y la fatalidad humana, llegando a la conclusión de un
“desprecio de las convenciones y de la moral tradicionales”; en cambio, en la
segunda parte, analiza cada corriente literaria y artística del siglo XIX,
agrupando cada una por un representante, como Verlaine y los simbolistas,
calificados como un grupo derivado del misticismo; Baudelaire y los diabólicos;
Oscar Wilde y los decadentes; Zola y los plagiarios del realismo, entre otros
representantes de la música como Wagner y su culto. Toda una gama de
representaciones donde las palabras degeneración e histeria serían los síntomas
más comunes entre estos personajes. Definiendo como enfermos y degenerados a
los representantes de cada movimiento artístico de moda.
Para Nordau no había una
solución esperada, solamente una terapéutica, un tratamiento capaz de detener
toda forma de simulación, enfermedad y cronicidad patológica en la literatura.
Atender y clasificar cada corriente literaria, artística y musical fue para el un
avance en la manera de concebir la enfermedad en ciertos autores y su
exteriorización mediante sus creaciones, logrando crear un manicomio de
artistas, desde un punto de vista radical, y darles un diagnóstico y
tratamiento para su posterior cura. La recepción en Europa no se dejó
esperar.
Muchos críticos, lectores y
público en general corrían rápidamente al puesto de ventas de libros más cercano,
para poder comprobar los aciertos y desaciertos del doctor Nordau y su análisis
de cada artista.
Varios escritores
latinoamericanos consultaron la obra y vieron a un nuevo redentor que pueda
guiar a sus naciones creando un arte auténticamente novedoso y nacional.
Algunos de sus admiradores fueron los centroamericanos Rubén Darío y Enrique
Gómez Carrillo.
El libro circuló en varios
idiomas, pero todavía había que esperar hasta 1902, cuando el estudioso Nicolas
Salmerón hizo la traducción en español. Para esta época Nordau seguía siendo
leído y sus obras posteriores también se dejaron sentir en el ámbito nacional.
Como menciona Romero Pittari, la recepción de ideas y literaturas tardías, se debió al atraso de la importación por una falta de acceso a corrientes más cosmopolitas, debido a la falta de conexiones ferroviarias con puertos del Pacifico. Pero, a pesar de ese atraso, nuestros pocos cenáculos intelectuales recibieron varios textos traducidos, en estos estaba el de Nordau, el cual escritores como Arguedas, Paredes, Chirveches, Saavedra, Prudencio Bustillo entre otros rescataron ideas de este polémico escritor.
Arguedas
De todos los autores bolivianos
que leyeron a Nordau, solamente Arguedas logra interpretar, estudiar, leer y,
finalmente, conocer personalmente al autor de Degeneración.
En
su polémico libro Pueblo Enfermo (1909), en el capítulo X Causas de la
esterilidad intelectual, da posturas relacionadas con el arte y literatura
del país. Aplica la teoría de Nordau hacia las letras nacionales, donde la
“cuestión del ambiente” anula toda formación artística y sólo se recurre a
métodos personalistas para simular la erudición a través de la prensa y ganarse
loas efímeras y un puesto en algún gobierno de turno. Menciona el atraso por la
“monótona repetición de temas sentimentales” y el “esmerado cultivo del yo”,
desprendiendo su facultad hábil para imitar corrientes literarias externas y
llenar su vacío espiritual con lecturas enfermizas de escritores destacados.
Arguedas da pistas de cómo el alma intelectual boliviana no tiene un rumbo fijo
y arremete contra la recepción local. Si bien escritores “degenerados”, como
Nordau proclama, formaban escuelas literarias propias de una época y ambiente,
¿por qué en Bolivia no se aplica esa dinámica? La falla radica en precaria
difusión de esas literaturas. Sean de un alma atormentada o que tenga
facultades para transmitir en su poesía esa manifestación patológica que Nordau
denuncia en su obra. Claramente, Arguedas, propone la amplia aceptación de
diversas corrientes foráneas, pero adecuándose a nuestro suelo y componente
social. Superando la psicología de su autor, lo que se debe estudiar es la obra
y ver si es apta a nuestro precario lector boliviano.
Como
ya se conoce, la aceptación del libro fue una derrota en el país y una victoria
en el exterior, sea por los comentarios elogiosos o por las críticas a ciertos capítulos
del libro, Arguedas alcanzaba la fama internacional. La recepción de cartas de
varios intelectuales llegaba a diario. En mayo, llegaría la carta del médico
húngaro anotando palabras de halago por el libro “más que valiente, temerario”,
viendo en Arguedas al “hombre que no vacila en decir tales verdades a su
patria, con el fin de curarla”.
Años
más tardes, publicaría fragmentos de su vida en Europa y sus inicios como
escritor en sus dos tomos de La Danza de las Sombras (1934). Libro ameno, dinámico
y de sincero aprecio de la verdad, mostrando los fracasos y aciertos de su obra
y vida. En uno de esos relatos menciona como recepción las ideas de Nordau
influyeron en su literatura, en aquellos tiempos de las “bellas relaciones y de
los recuerdos imborrables”. Considera un impacto moral leer las obras de
Nordau, sacando una “provechosa lección de honestidad intelectual de ciertos
escritores”. Admite el disgusto por el escritor europeo por generar publicidad
en torno al análisis de escritores renombrados. Fama, dinero y beneficios era
lo que Arguedas negaba en su apreciación, pero, sin embargo, adopta ciertas ideas
del médico ya expuestas en su libro. Años más tarde, en España, logra conocer a
Nordau, y advierte la sinceridad de este escritor, ya que “ataca sin medida a
todo lo que sobresale; privadamente, alaba todo lo se le envía”. La
conversación fue corta y más se dedicaron a una sesión de guitarra en mano.
Vemos
en Arguedas el cambio notorio sobre el medico hungaro, que, al principio, toma
ideas relacionadas al modo de escritura y la influencia en sus seguidores, para
luego, en una etapa intelectual ya madura, rechazar sus ideas por solo ser
llenas de fama, dinero y mucha publicidad, sin dar una solución a esas
inquietudes intelectuales del momento. Arguedas, a lo largo de su vida, iría
decepcionándose de sus antiguos referentes literarios, y el tema de la
honestidad intelectual sería su mayor reto.
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