Algunas polémicas de Arguedas Parte III
Oscar Cordova Sanchez
En el año 1922 se publica Historia General de Bolivia, fruto de una investigación que le tomó a Arguedas alrededor de diez años, cuando se comprometió en 1912 con el historiador francés C. Seignobos para dar a luz a su nueva obra, según confesión propia. Este estudio originalmente debía ser publicado en francés para el tomo décimo de la “Historia de los pueblos latinoamericanos de América”, pero las dificultades editoriales retrasaron su publicación hasta 1923; Arguedas, impaciente por su obra, decide dar los escritos a la casa editorial Arnó Hermanos y así logra publicarse primero en el país antes que en Francia.
Esta obra, dedicada a la “juventud estudiosa de la Patria”, cambiaría el enfoque de varios escritores emergentes de todo lado del país y el eco de sus apreciaciones no se dejaría esperar. Cumpliendo con el deber de desarrollar cada capítulo de su obra y convertirlo en un libro posteriormente, en 1923 dió a luz La Fundación de la República, donde describe con más profundidad, serenidad y detenimiento el origen de la República desde las insurgencias de 1809 en Chuquisaca. A partir de este primer tomo, su obra histórica tendría serias consecuencias por mostrar la historia del país de una “tristeza infinita, pues es la historia de un pueblo pobre y sin cultura”, como afirmó hace casi un siglo atrás. Las críticas y las polémicas no se dejarían esperar, ya sea un reclamo a su método de estructura de su obra como su recepción en la juventud boliviana. Estas dos polémicas, si bien no fueron desarrolladas por otros historiadores y lectores de Arguedas, tiene el fino estilo de rectificación y conciencia de honestidad, ante la verdad de los sucesos de nuestra historia, y destino, sobre la nueva generación de escritores de ese momento, buscando una mirada menos pesimista del país.
Luis Paz
Para el año 1923, el escritor, periodista e historiador tarijeño Luis Paz cumplía el cargo de Presidente de la Corte Suprema de Justicia, y su fama acrecentada de lector por nuestra historia como historiador demandó mucha atención como el más apto para escribir la historia de nuestro país. Libros como El gran tribuno. Biografía De Don Mariano Baptista, Estudios históricos de Monseñor Miguel de los Santos Taborga o La Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de la Capital de Charcas dieron el crédito de su intelecto y la prensa internacional ya clamaba por su rectitud e imparcialidad al momento de describir sucesos. Al decir de la prensa argentina, Paz “era uno de los bolivianos más dignos de aprecio y la estimación”.
Para ese mismo año Arguedas publicaría su primer tomo de historia La Fundación de la República. Agradecido con compatriotas que lo ayudaron a escribir su hisotria con mayor severidad y sinceridad de los hechos, agradece a Luis Paz con varios gestos de empatia y determinando su gran aptitud de patriotismo. Es en ese extenso párrafo donde Arguedas arremete contra el historiador tarijeño cambiando su lado amable a uno de observación y juzgamiento. Se hacen observaciones a la obra publicada Historia General del Alto Perú. Hoy Bolivia de Paz publicada en 1919, califica dicho texto de “acopio cronológico”; además, lamenta la “presentación incorrecta”, por el olvido de los tipógrafos de colocar comillas las citas de testimonios del segundo tomo de la mencionada obra. Afirmando, categóricamente, que todo el tomo, en su integridad, pertenecen a escritos de Miguel de los Santos Taborga, José María Urcullo, Jose Manuel Cortés, Gabriel Rene Moreno entre otros, denunciando a Paz por no haber empleado las citas correspondientes para su libro. Arguedas, desmotivado, previene a los futuros historiadores la procedencia de las fuentes para no caer en falsas afirmaciones históricas.
La respuesta no se hizo esperar. El hijo de Luis Paz, Jose María, publicó en la revista Claridad de Sucre y en el diario paceño El Republicano su postura y defensa de su padre. Rectifica la versión de Arguedas e invita al público lector para leer las citas y las comillas respectivamente de los autores citados, añadiendo las notas de cada documento investigado. Cuestiona el libro publicado de Arguedas por no contener ni cita de un autor, ni una nota sobre los hechos descritos, solamente coloca en la página final la lista de autores que tomó la información. Jose María, explica que las citas de ciertos autores que su padre tomó para su tomo son versiones más ampliadas de otros textos que escribió, tal es el caso de la recopilación de textos de Monseñor Taborga que publicó en 1908. Así, va desmenuzando la obra de su padre y cuestiona a Arguedas por la similitud de su libro con el de Sabino Pinilla, La Creación de Bolivia, publicado en 1917.
Leyendo las declaraciones e injurias del hijo de Paz, Arguedas responde a través de El Diario de La Paz, respondiendo directamente a Luis Paz, desconociendo a su hijo. Declara no haber escrito sus cuartillas con la intención de herir su prestigio de historiador, atando cabos sueltos, escribe la recepción de su obra que está lejos de ser leído en un medio tan iletrado como su patria. Olvidándose de las rectificaciones que se le hace, llama a la conciencia histórica y unión progresiva del país. Volviendo a la tarea de declarar las incoherencias, saca en seis artículos notas y fechas sobre los datos recogidos en el libro de Paz. Concluye Arguedas con frases hacia la calidad de “empleitos del gobierno para vivir”, alusión a Luis Paz por su cargo y a su hijo por perder la herencia de gloria de su padre.
Posteriormente, Jose María, publica el libro Un proceso literario. Respuestas al proceso literario de Alcides Arguedas, con una versión ampliada de la polémica y tildando muchas veces a Arguedas por su calidad como persona. Advierte que su carácter y su orgullo prepotente le harán añicos con el pasar de los años y que su historia no es más que pura imaginación, augurando que nadie leerá sus obras. Adjetivos como despechado, fabulista o tachador de los historiadores son comunes en este libro virulento, atacando a la persona y desviándose de la polémica inicial.
Es importante resaltar la cantidad de datos que se formulan en esta polémica con respecto a los documentos de la creación de nuestro país, asi como sus batallas y las fuentes recopiladas de estas. Al día de hoy, los tomos de historia de Arguedas se venden como pan caliente, siendo reeditados y comprados en su totalidad, mientras que la obra de Luis Paz se halla dispersa y sin una reedición por parte de alguna editorial.
Joaquin Edwards Bello
Entre la correspondencia de Arguedas, se encuentra una larga cadena de escritores y pensadores de todo el continente con los cuales intercambiaba pensamientos, reflexiones y hechos del momento, entre estos se encontraba el escritor Joaquin Edwards Bello (1887-1968). En octubre de 1926, Arguedas, desde su hogar en París, recibe como obsequio el libro de Edwards, Nacionalismo Continental. Agradecido con el autor escribe una carta de agradecimiento y resalta el contenido del libro porque “ataca a fondo nuestros grandes problemas y dejan de lado nuestras pequeñeces”. Advierte que una vez deje sus labores de historia y vuelva a sus cuestiones sociológicas, será su libro de predilección para posteriores estudios.
Edwards Bello, proveniente de una familia aristocrática chilena, descendiente de parte materna de Andres Bello, tuvo una educación esmerada y, negándose a llenar los vacíos diplomáticos que su familia le quería otorgar, se dedica a la escritura, donde sus crónicas haría temblar a la sociedad aristocrática chilena, ya que se consideraba de espiritu nacionalista.
En 1928 empezaría el desencanto de su compañero de letras. Viendo las publicaciones de sus colegas escritores de otros países, se detuvo en la obra histórica de Arguedas, quien en uno de sus tomos agradece al magnate Simon I. Patiño y a Arturo Loayza por la labor de haber subvencionado sus tomos que estaban siendo publicados. Aquí empezaría la ruptura de esa fraternal comunidad que unía a Arguedas y Edwards Bello.
Bello publicaría una primera columna de opinión en el periódico Los Tiempos de Santiago sobre el magnate y su influencia en la economía, política y sectores sociales de nuestro país, criticando su incapacidad de ser generoso con el desarrollo del mismo, cuando tiene “comprados a la mayoría de los abogados, jueces y funcionarios de su patria”. Bello, en su columna, resalta su fervor por aumentar el patrioterismo de cada ciudadano de la America Hispana. Pregona la unión de sectores sociales con el fin del progreso y diversificación del capital invertido en cada nación. Rechaza a Patiño y la dinámica empresarial que lleva, por su comportamiento de enmudecer a sectores menos privilegiados del país, además, de haber silenciado a intelectuales como Alcides Arguedas, para que no hablen mal de su política empresarial y así ocultar su viciado negocio extractor de estaño, y justifica que “compró al integro, al talentoso Alcides Arguedas”. Edwards Bello, además, cuestiona la forma de vida en el exterior del autor de Raza de Bronce, quien “goza de modesta fortuna propia pero decentisima” para cubrir los gastos de su libro de edición “lujosa”.
Para el siguiente día, publica su segunda columna,sigue cuestionando al magnate cochabambino por no invertir en su país y, al contrario, “compra joyas de arte en el Hotel Druot para su palacio de la Avenue du Bois de Bouloge”. Edwards Bello quería fatigar al escritor para encontrar y leer su posición, cuando, en unas líneas más abajo, escribe la decadencia del autor de Pueblo Enfermo que “ya no es águila salvaje y temible de las alturas, sino canario en jaula”.
La respuesta de Arguedas no se dejaba esperar. Unas semanas después, en El Diario, sale publicada una columna con el título El Potentado y el Escritor, con el objetivo de esclarecer el porqué acudió al magnate para el financiamiento de sus obras. Empieza recordando la ardua labor que hace 16 años, 1912, empezó con la investigación de libros y documentos sobre el origen de Bolivia, gracias al apoyo moral que recibió de sus amigos F. García Calderon, Rufino Blanco Fombona y Hugo Barbagaleta para publicar una historia de Bolivia. Justifica que expandir cada periodo de su historia tomaría atención en generaciones posteriores. Recuerda las dos oportunidades cuando le negaron el financiamiento de su obra. La primera cuando fue rechazado por el premio universitario Escobari, por cuestiones de desvirtualizar el objetivo de su publicación; el segundo, cuando la Cámara desestimó la obra por ver en ella “moldes ásperos para el patriotismo”.
Así, terminando de exponer sus desgracias con las instituciones que negaron alguna publicación suya, empieza lo sucedido en el encuentro con Arturo Loayza, cuando éste sugirió a Patiño publicar sus tomos de historia y así empezar con la redacción de su obra. Menciona que el justificado, tanto de el y de Patiño, era una motivación patriótica y de sus orígenes, desarrollo y consecuencias de su estado actual. Si bien no explica el contenido de sus tomos, todos con una critica demoledora a los mandatarios y sus gobiernos, concluye su columna con la hipótesis del pensamiento de Edwards Bello, su simpatía con el bolchevismo y su visión contraria a la causas revolucionarias de imposición social que el escritor chileno era un abanderado de las desigualdades sociales, más allá de su ímpetu por formar un nacionalismo continental.
Es este el origen el cual varios intelectuales, investigadores e historiadores posteriormente se pongan en contra, aún más, de Arguedas. La tesis a futuro que se formularía sobre el “Arguedas historiador” sería de patiñistas y fabulista, ausente de un método histórico propiamente.
Hace un siglo atrás se publicaba la Historia General de Bolivia, un libro controvertido, no tanto por las cuestiones cronológicas del curso de nuestra historia, sino por la facilidad de impresión, edición y distribución al interior y exterior del país.
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