La primera médica boliviana
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Amelia Chopitea (izq.) y su hermana Elia Chopitea (der.) |
Por Oscar Cordova Sanchez
Hace 3 años, en pleno auge de la
pandemia, recopilé datos acerca de la Dra. Amelia Chopitea y la incursión que
tuvo en la historia de la medicina del país. Ahora, ampliando más información
cronológica, hago una pequeña síntesis biografía de la primera medica
boliviana.
Durante las primeras décadas del
siglo XX, el rol de la mujer en nuestro medio estaba únicamente destinado a ser
madre, hija o esposa, cumpliendo una labor estrictamente en la casa. Con las
nuevas reformas de acceso a otras profesiones, como el caso de ser preceptora,
se trataba de modificar varias leyes que supriman estos casos de restricciones en
ciertas profesiones. Siendo una sociedad conservadora y abiertamente machista,
las leyes se iban modificando con los años para el acceso universitario de las
mujeres. En el caso de la carrera de medicina, la Dra. Chopitea rompió con los prejuicios
y juzgamientos de esa época todavía en vías de ampliar los derechos laborales
de la mujer.
María Amelia Chopitea Villa
nació en la localidad de Colquechaca, departamento de Potosí, el 20 de marzo de
1900. Hija de Don Antonio Chopitea y la Sra. Amelia Villa. Desde niña se
influenció mucho de la educación familiar que se le daba en base a
conocimientos más prácticos, esto, junto a la localidad donde vivía, de cierta
manera, motivó su afinidad a las ciencias biológicas.
Debido a la ineficacia
pedagógica en Colquechaca, la familia se trasladó a la ciudad de Sucre. Fue en
esa ciudad que, junto a su hermana Elia Chopitea, disfrutó las clases de su
profesor de Ciencias Biológicas y, poco a poco, se adentraría en las primeras
lecciones sobre el gran funcionamiento y anatomía de los seres vivos. Las
disecciones a pequeños animales y las practicas químicas en el laboratorio de
su escuela, serían parte de la necesidad de un estudio complementario,
inclinando su vocación hacia la carrera de medicina; algo que con ansias
deseaba desde sus inicios en la primaria. Una profesora belga fue quien influyó
en Amelia para decidir su futuro profesional: Julia Begand, quien en 1909
vendría a Bolivia con la famosa Misión Belga, dicha misión traería una reforma
pedagógica en el país y particularmente en Amelia y su generación. Los años en
su escuela serían siempre recordados al nombrar la notable labor de sus mentores;
entre ellos Georges Rouma y M. Thirion en varias de sus conferencias.
Al terminar el bachillerato,
decide estudiar Medicina en la Facultad Oficial de Medicina, Farmacia y
Odontología de la Universidad Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca.
Pero su ingreso no le sería fácil, pues la formación que se brindaba era exclusivamente
para varones.
Después de la presentación de
varios trámites, logra ser parte del conglomerado de estudiantes y fue recibida
fraternalmente por el Decano, Nicolas Ortiz, demostrando una señal de augurio
para que más mujeres se inclinen al estudio de la medicina y hagan de ella su
profesión.
Durante los siete años de
estudio en la carrera, logró aprobar cada materia de manera brillante. Amelia
mostrando dotes de excelencia llega a culminar sus estudios facultativos el 25
de junio de 1926. Posteriormente, en base a su experiencia como practicante en
el Hospital Santa Barbara, defiende su tesis Causas de la Mortalidad Infantil.
Aprobada dicha tesis se titula como médico-cirujano, siendo la primera mujer
del país en obtener dicho título.
Su tesis es uno de los primeros
documentos referidos a la especialidad pediátrica del país. Junto con los textos
del Dr. Néstor Villazón Morales, Dr. Jaime Mendoza y Dr. Juan Manuel Balcázar,
es una de las tesis pioneras en el estudio del niño boliviano.
Algunos datos que en su tesis da
a conocer sobre la mortalidad infantil son los porcentajes de 1920 hasta 1925.
Explicando que el rango de muertes por cada 100 niños era entre el 35% y el
40%. Una demanda alta dado el estado de miseria y abandono al sector infante en
los hospitales.
Haciendo énfasis en su estudio
sobre los casos de mortalidad infantil en el año 1925 se muestran los
siguientes datos:
-
Nacidos en el año
870
-
Muertos
470
Asombra que más de la mitad de
los niños fallecían en el primer año de su vida, debido a las infecciones y
enfermedades que producían decesos como la congestión, coqueluche e infecciones
intestinales. Siendo
el coqueluche de carácter epidémico y mortal en 1923 y 1925.
Tres meses después de su defensa,
egreso y titulación como médico-cirujano, el Congreso Nacional envía a la Dra.
Chopitea a Francia para especializarse en ginecología, obstetricia y pediatría.
Hospitales como el de Maternidad Baudeloque, Tarnioer o Enfants Malades fueron
los sitios de estudio y práctica médica de la doctora. Un año más tarde, en
París, representa al país en el Congreso del Consejo Internacional de Mujeres, siendo
la única representante del país y de Sudamérica.
Su sueño se había realizado con
esfuerzo, empeño y entusiasmo; no declinó aun estando en una sociedad tan
patriarcal. Amelia abrió nuevas puertas de estudio y brindó a la población la
salud que requería. Tomando en cuenta la dedicación que dio a los niños, que
ella fue su fiel madre de la salud.
La Dra. Chopitea retornó a
nuestro país y con el conocimiento adquirido en Europa, se dirigió a la ciudad
de Oruro donde brilló no sólo por su capacidad de curar pacientes, sino por la
acción benéfica. A decir del Dr. Luis Dubravcic, entre los beneficios que
realizó fueron ser promotora del Pabellón Infantil en el Hospital Obrero de
Oruro; ser doctora ad honorem en asilos como el de Huérfanos de Guerra. Además,
ser profesora de Higiene y Puericultura en varios establecimientos de Sucre y
Oruro.
Con su humilde personalidad y
desempeño laboral fue influyente en la lucha por equidad de los derechos
civiles y políticos de las mujeres y pionera en la labor médica en nuestro país,
siendo una guía en el cuidado de infantes; pero también en su familia fue la
fuente de admiración ya que su hermana, Elia Chopitea, fue la segunda médica
boliviana y Mayor de Sanidad durante la campaña del Chaco.
En 1952, mientras realizaba su
servicio médico en la ciudad de Cochabamba, a la edad 51 años, la Dra. Amelia
Chopitea dejó de existir, pero las labores encomiables y su obra no fueron
olvidadas. El sitial que merece es grande y aún no se le considera como
realmente debe ser.
¿Cuántas doctoras le deben a esta mujer la honra de abrir las puertas a un mundo lleno de posibilidades y sacrificios en nuestro país como son las carreras de las Ciencias de la Salud?
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