El Dr. José María Bozo hizo de su patria una mera reproducción de su práctica filosófica, científica y eclesiástica. Fue este hombre al que admiraban, odiaban, temían y querían; su valor se traducía en textos de extrema información vital para sacar a luz las primeras investigaciones científicas en la naciente República de Bolivia.
Hijo de José Bozo y Luisa Giles, nació en Santa Cruz de la Sierra en el año 1781 (éste es el año más descrito por historiadores; aunque otros toman su nacimiento en el año 1784). Proveniente de las antiguas familias acaudaladas cruceñas, tuvo una niñez tranquila, aunque su curiosidad por el entorno natural de su tierra fue su base para sus investigaciones futuras. Estudió en el colegio Seminario de su ciudad graduándose a finales del siglo XIX. José María fue enviado a la ciudad de La Plata (hoy Sucre) para enlistarse en la carrera eclesiástica en el año 1800. Durantes seis años estudia y logra terminar sus estudios. En 1803 se gradua en Cánones y Teología, siendo también abogado de la Audiencia de Charcas en 1806, ejercía en su trabajo el Derecho Eclesiástico que estaba convalidado con Derecho Civil, posteriormente, cumplió cargos como juez y abogado en pequeñas poblaciones.
Pero José María no se sentía cómodo con su labor, no era su vocación más sólo su fuente de ingresos. Su verdadera pasión era la naturaleza y todo lo que de ella podía descubrir. En 1814 decide abandonar la labor sacerdotal; decidido, confiado y seguro se dirige a la expedición de las misiones franciscanas de Ilobulo, con los indios Yuracarés del Chapare.
Aquí se descubre el valor que para el ahora, Dr. Bozo tiene la naturaleza y su efecto en la curación de la persona mediante remedios naturales. Día a día, se encargaba de recopilar toda información de los Yuracarés, siendo la botánica la palabra que escribía con más gusto en sus manuscritos. Durante año y medio se queda a vivir, aprender y valorar lo que nuestra naturaleza tan pródiga, maravillosa y mágica nos muestra. El valor singular del Dr. José María Bozo se mostraba a flote con la investigación sobre los distintos tipos de plantas y sobre la geografía del lugar, era un auténtico científico nato que brillaba en tierras orientales. Su valor lo cataloga como el primer científico de nuestro país y de seguro el más insigne practicante de la Escuela Cínica en Bolivia, siendo apodado por muchos en su tiempo como el "Diógenes Boliviano". Según Humberto Vázquez Machicado era "realista en su juventud, luego republicano de impronta liberal, indigenista toda su vida. Bozo era radical por principio y odiaba todo lo que es dominación y superioridad".
Después de año y medio en la selva verde, mágica y llena de riquezas naturales y experiencias se fue a vivir un buen tiempo a Cochabamba en 1815. En esta ciudad fue influenciado por el botánico checo Tadeo Haenke (1761 - 1816), intercambian información sobre las investigaciones del Dr. Bozo. Posteriormente se traslada a la ciudad de La Paz a principios de 1816. Ésta ciudad será la que dará comienzo a una serie de anécdotas que el Dr. Bozo realizó en cuanto a su participación en diferentes acontecimientos ya sea como político, divulgador, profesor o como padre.
Ese mismo año contrae nupcias con Juana de Dios Arteaga. A propósito de este suceso, el poeta y abogado José Rosendo Gutiérrez (1840 - 1883) anota en su libro, "Diógenes" (1879) a manera de esbozo biográfico sobre la vida del Dr. Bozo, escribe respecto a este acontecimiento matrimonial:
"Un día se casó. No tuvo mucho que andar para hallar novia. Tropezó con ella en su paseo cotidiano a la Alameda. En el puente de San Juan de Dios y a una hora en que estaba casi solitario, la vio y se la dirigió:
- ¿De dónde eres, ñata?
- De Santa Cruz.
- ¡Mi paisana! ¿Quieres que nos casemos?
- Cómo no, señor (entre verdad y duda).
- ¿Dónde vives?
- En....................
Dos días después había contraído matrimonio in faciae Eclesiae".
Fue este hombre defensor de los animales, su carácter bondadoso inculcado en sus viajes fue su devoción hacia estos seres, su ambición de reclamos por los perros callejeros especialmente fue dado por la comprensión, empatía que tenía a estos; en ese tiempo se los mataban para que no deambulen en la pequeña hoyada paceña.
Los cargos públicos que ostentó fue por su capacidad científica y su dominio extenso en conocimientos, esto le valió el cargo que preferia ya sea, como dijimos, abogado o profesor de Derecho.
Pasaron los años, la independencia se hizo posible en nuestro territorio y el 18 de agosto de 1825 hizo su entrada triunfal el Libertador Simón Bolívar a la ciudad de La Paz. El Dr. Bozo haría otra vez su aparición delante del público y fue otras de las anécdotas contadas y luego escritas por Gutiérrez en su libro:
"Para hablar ante Bolívar se necesitaba título o pretexto. Diógenes no tenía título: quería hablar a su modo. Quiso burlarse de las arengas, arengando. Censurar la adulación exagerándola.
Caracterizar el despotismo y el papel del Libertador, caracterizando el mismo pueblo que le rendía adoración. Buscó el pretexto.
Se vistió ridículamente de muchos colores, al estilo Luis XVI. Encaróse a Bolívar y no contento con hacerle la venia más humilde y profunda se postró de rodillas ante él.
Besó el cojín de terciopelo grana que estaba a sus pies.
"Ante todas cosas", dijo, "bendito y alabado"...
Y luego felicitó al Héroe del nuevo mundo, a nombre de los salvajes Yuracares. Se constituía por sí y ante sí como personero o representante de los salvajes.
Bolivar lo tomó a lo serio al diputado de las tierras bárbaras o columbró con su profunda perspicacia lo agudo de la sátira. Lo cierto es que su respuesta fue una epístola de Juvenal".
Era su forma de vestir siguiendo con su sotana, incluso años después de haberse casado. Cuando alguien quería ofenderlo por su apariencia, respondía "soy pobre, no tengo más ropa; la iglesia que es caritativa que me preste su vestido". No era el dinero lo que le faltaba, era irónico y burlón con la gente, ese era el aprendiz de la Escuela Cínica acá en Bolivia.
En 1826, fue elegido diputado de Santa Cruz de la Sierra en el Congreso Constituyente. En sus discursos y menciones él apoyaba el voto universal; estaba en contra de la presidencia vitalicia; decía que el gobierno debía ser adecuado a la mayoría de sus ciudadanos; apoyó el uso y la enseñanza del aymara, quechua y guaraní, por su forma de ser y dirigirse sarcásticamente a los demás fue una broma que repetía en su cargo. Pero ahí estaba el Dr. Bozo discutiendo temas nacionales contra la merced del militarismo que imperaba ese entonces en nuestro país.
Entre los años 1828 y 1932 describe día a día el clima en la ciudad de La Paz, ciudad acostumbrada a cambios climáticos frecuentes y algunas veces excesivos, estos manuscritos son parte de los inicios del estudio de la meteorología boliviana y que fue escrito en una situación de caos y anarquía política. Fue ésta su posición de indagador de las fuerzas naturales y ahora de las fuerzas climáticas, que en los años 1828-1829 escribió sobre el impacto del fenómeno del Niño en La Paz de manera metódica y sistemática.
En 1830, tiene su encuentro con el naturalista francés Alcide d'Orbigny (1802-1857), el científico resalta la labor del Dr. Bozo:
"En toda la República de Bolivia, un sólo hombre, el Dr. Bozo, cultivaba la botánica. Para él, las ciencias naturales consistían, sólo en el empleo medicinal de las plantas y en el descubrimiento de metales preciosos".
Más allá de su simpatía con presidentes como Belzu o sus anécdotas sobre sus hijos y la educación que les daba, fue ante todo un hombre singular de su tiempo. Fue ingrato nuestro país al no darle la edición de sus manuscritos y negar de darle un sentido más a su vasta recopilación sobre plantas medicinales. Su obra "La Materia Médica en Bolivia" compuesta por varios tomos, algunos dicen diez tomos, no fue aceptada y ya años después de su fallecimiento por Ley del 25 de enero de 1900, ordenan su publicación - prospecto- de su obra. Hasta el día no hay una edición que contenga la totalidad de su obra.
Con el paso del tiempo, su salud iría decayendo hasta fallecer a los 83 años en la ciudad de La Paz. Se fue con la práctica filosófica en su diario vivir, con la convicción de ser un gran científico y con una sagacidad mental que hizo funcionar en sus estudios y cargos públicos.
El Dr José María Bozo, es casi inexistente para la juventud de hoy, que apila formas de aprender sobre investigación científica. Más, la amnesia colectiva boliviana cada día se incrementa, anulando a personajes de la talla del Dr Bozo y muchos otros científicos bolivianos del siglo XIX.
Bibliografía
Aranzáes, N. (2018). Diccionario Histórico del Departamento de La Paz (2a.ed.). La Paz, Bolivia: Fondo Editorial Municipal Pensamiento Paceño.
Gioda, A. y Forenza, A. (2000). José María Bozo y la meteorología de La paz (1828 - 1832). Archivos y Bibliotecas Nacionales de Bolivia: Anuario 2000, 391-410.
Rosendo, J. (1968). El Diógenes Boliviano (2a.ed.). La Paz, Bolivia: Ediciones Isla
Peña, P.,Barahona, R., Rivero, L y Gaya, D. (2003). La permanente construcción de los cruceño: Un estudio sobre la identidad en Santa Cruz. La Paz, Bolivia: Fundación PIEB.
Un boliviano antes de Bolivia, cuantos habrán tenido este destino de ser olvidados.
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