viernes, 29 de mayo de 2020

ISMAEL SOTOMAYOR: TRADICIÓN Y OLVIDO

ISMAEL SOTOMAYOR: TRADICIÓN Y OLVIDO PARTE 1



Escrito por Oscar Cordova Sanchez

La sociedad boliviana se encontró a principios del siglo XX en un caos ideológico, político y económico donde se produjeron nuevas ideas y metas que había que realizar en cuanto a nuestra realidad. 
En el mes de octubre del año 1904, ocurrieron dos hechos dispares en la ciudad de La Paz: El primero fue el más maldecido hasta nuestros días; el "Tratado de Paz y Amistad", una noticia que desde Chile se informaba al país, hundiendo definitivamente a Bolivia a su total privación marítima (20 de octubre de 1904) y que dió lugar a Ismael Montes como el más insigne traidor en la causa patriótica, el mismo día se recordaba un año más de la fundación de nuestra ciudad…vaya festejo y tristeza se tuvo ese día. 
El segundo fue el recordado descubrimiento de América realizado por Cristóbal Colón, el 12 de octubre y el otro suceso y el mismo día: el nacimiento de Ismael Sotomayor, aquel intelectual, lector y recopilador total de nuestras costumbres y tradiciones.
Su madre fue la señora Hortencia Sotomayor vda. de Rivera y su padre el Dr. Emilio Fernández, descendiente directo de un linaje español, del Marqués Francisco Sotomayor Chumacero, aunque éste nunca pisó tierras americanas; sus descendientes hicieron lo contrario, dejando  una vasta familia en el Alto Perú en los departamentos comprendidos de Chuquisaca, Potosí y La Paz. Este último sería cuna de uno de los más grandes tradicionalistas que tuvo Chuquiago Marka. 
Siempre apegado a los consejos de su madre y al recuerdo del fallecimiento de su padre a sus 8 años de edad. Su hermano materno, Froilán, sería el que cuidaría de Ismael y velaría por su bienestar hasta 1961.
Un niño tímido y abnegado a sus propias necesidades en su porvenir, no fue de su agrado el estudio corriente en su escuela "San Vicente de Paúl" así que optó por la acuciosa indagación sobre la lectura de libros, periódicos, revistas y folletos pasados que poco a poco recopiló. Era su pasión las cuestiones históricas de nuestra ciudad lo que motivó al niño Ismael adentrarse a ese mundo de las letras que cultivó con gran talento y dedicación.
En su adolescencia y juventud, apegado a su hermano y madre se fue a vivir a la calle "Mapiri" en la zona de San Pedro. Poco a poco Ismael dominaba el carisma que le costaba tanto expresarlo en su niñez, pero ahora reía, hablaba y disfrutaba de la vida. 
A los 18 años había sido Socio Fundador y Presidente del Centro Intelectual "Agustin Aspiazu", el talento de imprimir historias, tradiciones e historia se estaban perfilando en un gran servidor de su ciudad. Cuando cumplió 19 años, inició su trabajo intelectual siendo Corresponsal del Centro Literario Argentino en 1923.
"A los 21 años de edad, comenzó a inquietarse por saber el pasado y tradiciones íntimas de su ciudad natal. Y principió por investigar las páginas de la historia; luego husmeó y metió mano en las bibliotecas; hojeó periódicos y revistas amarillentas de épocas lejanas, acumuló y coleccionó cartas y otros documentos, catalogó manuscritos, consultó archivos y expedientes en notarías y sacristías, escuchó datos orales y escritos". De esa manera describen a Ismael, algunos de sus amigos que lo conocieron.
Con el paso de los años Ismael Sotomayor empezó a ganarse “un sitial” que humildemente aceptaba, ese agradecimiento demostraba cuando lo hacían miembro de alguna Academia, socio de un centro Cultural o Numismático o cuando era premiado por su labor de insigne escritor. Por ejemplo, como lo hizo España al darle la orden de Caballero con Banda de la Real Orden de Isabel La Católica conferida por Su Majestad Don Alfonso XIII, aunque nunca salió del país lo condecoraron en las embajadas de los países que se encontraban en nuestra ciudad. Era así de importante este hombre que como todo intelectual nacido en estas tierras vale poco y se lo reconoce afuera con loas y aplausos.

1929 fue un año clave para que valoren la obra que estaba a punto de editar, como también ver el talento en la manera de explicar sucesos, hechos, mitos y leyendas juntadas sobre las calles, zonas, cerros, personajes y uno que otro bandolero que hacía de las suyas en nuestra ciudad contadas a través del tiempo de generación en generación. Empezando por su trabajo en el periódico "Juventud" donde comenzó a publicar notas de carácter histórico.
El 9 de julio de ese año, fue parte del grupo que fundó la Academia Boliviana de la Historia, junto a Manuel Rigoberto Paredes, Luis Crespo, José María Camacho, Claudio Pinilla y Belisario Díaz Romero fueron algunos de los personajes destacados que fundaron dicha institución. 
Reuniendo algunos de sus artículos escritos con mucho esmero y dedicación fue que los evocó en un libro titulado: “Añexerias paceñas, repertorio de tradiciones u otros romanses de la cibdad de Ntra.Sra. de La Paz" y continúa con el siguiente párrafo que "Las escrivio Dn. Ismael Sotomayor Pa. consulta de estudiosoz e solaz de desocupados. Prologólas el Dtr. M. Rigoberto Paredes. Anno de MCMXXX. Con privilegio de empresion En la Ymprenta de Flores, Sn. Roman e Compa. Plaza de Armas – La Paz. Me faxcit Alberthus Mariño G”.
Pero fue la tardanza de la misma imprenta y la falta de cuidado en las correcciones necesarias para su difusión al público que salió recién en librerías el mes de diciembre de 1931. Algo imprevisto le pasaba a cualquiera que quería imprimir sus escritos, más aún si estos se autofinancian para dar un claro sabor del sacrificio que sufre el autor y para que la gente reconozca el brillo talentoso de quién lo escribe.  
A decir del célebre tradicionalista Antonio Paredes Candia: "Es un libro de evocación salpicado de fina ironía. Como su nombre advierte, trata de las antigüedades paceñas, de hechos acaecidos  de época en que cada calle de la ciudad de La Paz, tenía su duende, su viuda o alma en pena, en que el mito autóctono adquiría sabor hispano y ya no se sabía a qué grupo étnico pertenecía tal o cual leyenda. Enorme trabajo, que en nuestra patria se duplica por no tener organizados los muchos archivos, donde polvo, polillas y ratones tienen seguro acomodo. Desfilan por sus páginas, personajes y personajillos, pero sí todos ellos célebres. Desde Don Pedro Domingo Murillo, benemérita figura de nuestra historia, a quién, audazmente y con poca equidad, rectifica su epopéyica arenga; hasta el famoso "kholo Tomasito". Relata con amenidad y picardía las fiestas populares como "La Feria de Alasitas" o la "Fiesta de la Cruz", licenciosa y báquica".
Pero las impurezas del momento, como el conflicto bélico con el Paraguay, mandó con fervor y responsabilidad patriótica a Ismael Sotomayor viajar al sudeste del país. Se adhirió al Destacamento "Viacha" No. 100 y puso en marcha su ideal de sacar algo de las vivencias que se sufría en la tragedia en el Chaco. Pero sólo volvió desamparado por un golpe que arruinó su columna vertebral. Esto fue detonante para que sus conocidos lo retraten con una "joroba" entre sus características físicas, aunque presumimos que se debió a este accidente que sufrió en el Chaco, pero también puede ser que debió haber sido por la continua lectura que hacía en su mesita inundado por las reliquias que tenía.

BIBLIOTECA DE ISMAEL SOTOMAYOR

Hablando de su vasta y diversa biblioteca, su sobrina, Ana Rivera Sotomayor, menciona que entre sus colecciones tuvo reliquias como: cartas del Mariscal Antonio José de Sucre; partida de bautismo de Vicente Antonio Pazos Kanqi; colección de cartas del Libertador Simón Bolívar, entre las que destaca la carta del 20 de agosto de 1825; colección de cartas del Gral. Francisco Medinaceli con referencia a la batalla de Tumusla, la más importante la del 18 de abril de 1825. Así como los documentos de su abuelo el Tte. Cnl. Pablo Sotomayor que "había muerto asesinado por el tirano Mariano Melgarejo en el Palacio de Gobierno, pues era un militar vinculado con su rival Adolfo Ballivián. Tenía apenas 33 años y en su honor Eloy Salmón compuso una “Marcha” que se toca en la procesión de Viernes Santo".
Tenía más de seis mil ejemplares solamente en libros, exceptuando la folleteria, revistas o periódicos. Pero trágico fue el destino de ésta biblioteca que desapareció después de su muerte. Su hermano mayor Froilán Rivera Sotomayor reclamó la herencia de estos archivos, pero sin dar explicaciones de lo sucedido "José Fellman Velarde, entonces ministro de Educación y Bellas, ordenó al abogado Félix Eguino romper los candados precintados y sacar todos los libros, cartapacios, maletas, baúles y cajones, sin que se sepa dónde fueron esas reliquias y los muchos objetos de valor. La familia intentó conocer durante años qué fue de esa biblioteca sin tener respuesta. El nuevo ministro Mario Guzmán Galarza informó que ese despacho “adquirió” la biblioteca, sin explicar cómo o a quién y sin dar detalles". Algo muy común con grandes bibliotecas que van a parar a ciertos coleccionistas extranjeros o algunos que van hacia el mercado para que sea usado como envoltura de alguna carne para su venta.

SU VIDA EN LA CIUDAD

Dos escritores conocieron a fondo a Ismael en su vida íntima recorriendo páginas, hojas sucias, bares malolientes y bebidas que lo embriagaban hasta el día siguiente. Jaime Sáenz se refiere de la siguiente manera: "Nadie como él para conocer la ciudad de La Paz; si pasado y su presente - y aún su futuro, si se quiere. /.../ con algo así como un metro cincuenta y con una bien y proporcionada joroba, era dueño del mundo. / Tenía miles de libros, de toda clase y todo tamaño, tenía cien ediciones del Quijote. /.../ tenía olor a yerba, a romero y a incienso, y también a humo. / y era intransigente y apasionado en más de un sentido".
Mientras que el tradicionalista Antonio Paredes Candia hacia una descripción de Sotomayor: "Era una tierna figura por lo triste, de aspecto desarrapado; casi nunca el cepillo por sus vestidos, mugre y desaseo caracterizaban su exterior. Su estatura no pasaba de un metro sesenta centímetros. La joroba sobre el omóplato izquierdo y su rostro esmirriado, adornado con una  pequeña barba puntiaguda, le daban las trazas de un fauno en desgracias".

A su 41 años se mantenía activo en sus quehaceres cotidianos entablando relaciones con escritores y también continuando sus labores en revistas como Khana o periódicos como El Diario. Se vio influenciado por ir a vivir a otro sitio con la intención de desarrollar más temas sobre La Paz y sus personajes. Así que se trasladó a la calle "Hermanos Ballivian", actualmente Nicolás Acosta No 299 esquina calle Cañada Strongest (la casa fue demolida y en su lugar reposa el Banco Unión). Fue su tarea de irse de su casa en la Avenida Centenario (hoy Avenida Ecuador) en la zona de Sopocachi por la vida de los suburbios de La Paz. La guerra le había dado un malestar…su joroba, tenía que adornarla con dosis de bienestar en lugares del Norte de La Paz como las zonas Churubamba, San Pedro o frecuentar calles como la Chuquisaca, Inca o Castro. Pero era su inocencia de cómo hablar y tratar a una mujer que no tuvo una que deje legado, menos aún un hijo. Pero se sabe a palabras de Paredes Candia que tuvo una hija llamada Ana María Teresa que se fue a vivir a Arequipa y se convirtió en Monja, como también su matrimonio fugaz con una bella mujer, Margarita Alarcón, que por la ambición de esta sobre el dinero abandonó al joven intelectual.

SUS TRABAJOS

Solía escribir sus artículos bajo el pseudónimo de "Ismael-Lillo", daba sus aportes en los centros culturales Génesis y Agustín Aspiazu. Entre sus trabajos posteriores a su libro "Añejerias Paceñas", están "Cervantes en La Paz" en la revista "España y Bolivia" de 1932; "Indumentaria y coreografía aymara", "Romancero y Miscelánea del Arte Nativo" y "La ciudad de Ntra. Señora de La Paz y su IV Centenario" todas esta obras publicados en la "Antología Génesis"; "Bibliotecas y Archivos Notables de La Paz" y el escrito "Instituciones Culturales de La Paz", ambas publicadas en el tomo III de la Edición del Comité Pro IV Centenario de la Fundación de La Paz.
También escribió dos biografías sobre Vicente Pazos Kanky y Agustín Aspiazu. Pero la forma y orden de la biografía de Pazos Kanky "adolece de galanura literaria, escuetamente y sin entusiasmo relata los hechos, los interpreta flojamente y muchos acápites son forzados". En cambio en la biografía de Aspiazu cumple con esmero "el de delinear la figura del maestro y pensador en sus facetas de hombre de cátedra y acucioso científico".
Pasadas la publicaciones y las obsesiones de su biblioteca en el pequeño cuarto que alquilaba en la calle Nicolás Acosta, Sotomayor fue más constante en las veladas nocturnas llenas de alcohol y música que daba la ciudad a aquellos partidarios que su vida no fue sino un desperdicio. Mucho tiempo se perdía entre la muchedumbre, cuando se lo quería buscar, no tenía contacto con su familia que había dejado hace 11 años. Sotomayor era parte de la ciudad, era el ser que se adentró en la tradición que selecciona aquellos que deben vivir en nuestro lenguaje popular; aquel escritor que vino a retratarnos la sociedad de siglos atrás. 
Nunca viajó a otro lado del departamento, se quedó y vivió, escribió y murió como sus personajes en su libro que dio tanto valor y que no pudo conseguir un éxito tan grande como el que tuvo en 1931 con "Añejerias Paceñas".
A principios de mayo de 1961, tuvo su última charla y vista de su amigo Arturo Costa de la Torre, posteriormente desapareció por unas semanas. Nadie sabía de él, los vecinos aseguraban no haberlo visto últimamente, su hermano Froilán indago el hecho haciendo una inspección a los lugares donde frecuentemente estaba Ismael, pero nada de su paradero. 
No fue hasta pasada dos semanas que se decidió abrir su pequeño cuarto, rompieron los candados junto con la policía y encontraron a Ismael Sotomayor muerto con la carne ya putrefacta y que aún estaba botada en medio de su gran biblioteca, aún no se esclarece si su muerte fue arremetida por causas naturales o por algún sujeto de los tugurios del hampa paceña.
Falleció entre el 28 y 30 de mayo, según el reporte del examen que le realizaron. Su entierro se llevó a cabo el 8 de junio. Lo acompañaban en su despedida muchos intelectuales, amigos, parientes y ciertos políticos que ya ansiaban tener la biblioteca del difunto. 
Un hecho que llegaron a cumplir y posteriormente desaparecer. Fue enterrado en el cuartel 186 del Cementerio General y posteriormente se lo trasladó a la Cripta- Mausoleo de la familia Sotomayor en 1968. Ahí está el hombre que vivió, sufrió, amó y odio las hojas, papeles, folletos y revistas que durante toda su vida fue armando la historia y tradición de nuestra ciudad. 
Ismael Sotomayor y Mogrovejo (que utilizaba como honor a un antepasado suyo) es parte de la ciudad y le debemos un sin par de menciones para leerlo y sacar a luz sus ensayos sobre historia para conocimiento de nuestros personajes y lugares.

Bibliografía

Cajias, L. (2015). Los rincones de Ismael Sotomayor. https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/rincones-ismael-sotomayor/20151025234300670980.html
Paredes Candia, A.(1967). La trágica vida de Ismael Sotomayor y Mogrovejo (1a.ed.). La Paz, Bolivia: Ediciones Isla.
Rocha O.(2018). Los textos publicados de Ismael Sotomayor. https://www.paginasiete.bo/ideas/2018/3/4/textos-publicados-ismael-sotomayor-171643.html
Sotomayor, I. (1987). Añejerias Paceñas (2a.ed.). La Paz, Bolivia: Librería Editorial Juventud.

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