domingo, 26 de junio de 2022

Las Memorias de Gustavo Adolfo Otero

 Las Memorias de Gustavo Adolfo Otero


 

Por Oscar Córdova Sánchez

Para conocer las inquietudes, ideas y direcciones que llevan al artista y su obra, es necesario, al menos, saber su vida y la transición que tuvo, sintetizando el ambiente y personajes que, básicamente, se tornan en su fuente de evocación creadora.

Sin embargo, ciertos artistas plasman su legado en la autobiografía, fuente de una parte de la vida del que la escribe, donde tiene una veracidad que demuestra las conexiones con su entorno y así poder conocer al hombre y no al artista.

Es el caso de Gustavo Adolfo Otero Vertiz (1896 - 1958), escritor que tejió diversas actividades como periodista, novelista, sociólogo, historiador y biógrafo. Además, que la ceguera política también en un momento lo invadió y del cual se adentró en su fuente literaria para desenmascarar aquellos personajes tan dramáticos en la historia de nuestro país.

El 8 de mayo de 1943, concluía su tercer y último intento por editar su autobiografía, condensada en varias secciones pintorescas de su paso por el mundo.

Pasados unos 19 años después de su deceso, que fue en 1958, salían a luz toda la gama escrita de su vida y sus orígenes, en una única publicación por parte de Talleres Litografías e Imprentas Unidas S.A. y que estuvo a cargo de sus familiares.

La obra fue terminada en el mes de septiembre de 1977 y el poeta Jaime Sáenz fue invitado para realizar el prólogo. El libro fue publicado con el título de Memorias de Gustavo Adolfo Otero (Nolo Beaz)

Fue una edición bien cuidada, con un reducido tiraje. La atención de las memorias del autor tiene ciertas características esenciales que describe en su autobiografía.

Dividido en tres partes que dan inicio a varias anécdotas que muestran "tan sólo el hombre, el humano Gustavo Adolfo Otero a secas, desnudo y frío", a decir de Saenz.

Escribir de las acciones que toma su vida, es también dar a relucir los orígenes de sus antepasados. Otero no pierde la oportunidad de hacerlo.

Realizando una cronología de la familia Otero y Vertiz, muestra con sinceridad y sin tapujos de elogios, las dramáticas concurrencias que dieron a parar con su ascendencia caudillista y los afanes de sobrevivir en una ciudad que aún no se definía.

Su vida como estudiante, Colegio Nacional de Ayacucho, específicamente, del Taravillo como su tío lo llamaba, era el común denominador de la pedagogía de ese tiempo, donde la "letra entra con sangre" y darse unas "buenas palizas" entre compañeros de colegio era un reto por la valía del hombrecillo que aún seguía normas de su profesor.

En su trayecto leemos los orígenes de su afición a la lectura, como también su adicción a las mujeres. Como debilidad superior pasa con deleite las pasiones carnales hasta anularla por unos años cuando se establece definitivamente con Hortecia Arguedas, hermana de Alcides Arguedas.

Siempre sereno y resuelto Otero no pierde la oportunidad cuando se mete de lleno al oficio del periodismo y a crear grupos como el "Círculo Futurista", en 1916, y el "Ateneo de la Juventud", en 1921. Además, ser parte de diferentes medios de prensa como "El Comercio de Bolivia", "El Diario", "El Fígaro”, donde vio la primera forma del escritor entonado en ideales que llegan a crear nuevas variantes de protesta para la época.

Franz Tamayo, Daniel Sánchez Bustamante o Tomás Manuel Elio fueron algunos de sus compañeros de trabajo en sus cortos 18 años. Esta fue la base para la creación de revistas como La Ilustración (1921) y La Revista de Bolivia (1937). Ambos fueron en su tiempo un éxito en ventas y en lecturas.

Otero, además, desfigura a políticos y escritores; figuras que en ese tiempo resonaban casi siempre en los oídos de la población con elogio y admiración.

Es el caso del "profesor falsificado, arqueólogo de pega, sabio de calcomania" Arthur Posnansky; llegando a la conclusión vista con sus "propios ojos" su "calidad de pirata".

Otro escritor y cuñado suyo,  Alcides Arguedas, también fue víctima de sus escritos. Siendo el mejor amigo de Otero el sarcasmo y la figura burlesca ante los  personajes del momento.

Pero uno de los pocos que no sufrió tanto en sus escritos por su picaresca burla fue el presidente José Gutierrez Guerra, que lo conoció siendo su secretario privado. Anotando que fue un "magnífico ejemplar de superioridad humana".

Con el paso de los años, se forma el carácter que llevaría su nombre en las letras bolivianas bajo el pseudónimo de "Nolo Beaz", extraído de la novela Nolo de Luis Capitán y el apellido del pintor español, Beaz. Fue que debutó con su libro "Cabezas" en 1919, publicado recién en 1921, que incluía párrafos escritos de “siluetas humorísticas de políticos, parlamentarios, literatos y demás liendres de la fauna pintoresca".

Desde ese momento, con gran éxito en ventas, Nolo Beaz iría ganándose el pan de cada día y también, el enojo e ira de varios individuos que detentaban el poder en aquel momento.

Otero, que tenía inconvenientes con el nuevo gobierno de Bautista Saavedra, vierte sus balas para herir al caudillo desde tres sitios como "La Ilustración", fundador de la revista; "El Diario" y "La Razón", con el seudónimo de Dyonisios. Además, las crónicas "Panorama Grotesco" y su novela satírica "El Honorable Poroto" son una fuente literaria atractiva del modo de vida política que se vivía en ese tiempo. 

Esto hacía a Saavedra fijar la mirada en Gustavo Adolfo Otero listo para un ostracismo predecible y como pasó años más tarde.

Fue así, que su confinamiento de meses en Ulla-Ulla, Mocomoco y Chuma entre 1923 y 1924, fueron de un despertar decisivo para ser escritor, ya que este lustro fue la fuente de rebeldía, compromiso y divulgación sobre nuestro país a través de la pluma afilada de Otero y que formó parte, años después, del Partido de la Unión Nacional (Nacionalista).

Cuando se inicia la Guerra del Chaco (1932-1935) Otero eleva el valor del ser boliviano, mostrando su convicción y admiración a Daniel Salamanca, como años después, 1942, haría lo mismo con Enrique Peñaranda, ambos presidentes de nuestro país.

De esta manera su autobiografía termina, en última instancia, distante de una buena salud y disgusto por el libro de Enrique Finot, Historia de la Literatura Boliviana.

Otero deja estas líneas para su intervención en extraer datos para conseguir un perfil más realista y menos ficcional de personajes que hasta ahora se nos muestran. Devela la certeza de su cambio tranquilo, pasivo y travieso a uno luchador, contestatario y 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La Biblioteca Perdida de Julio Mendez

  L a Biblioteca Perdida de Julio Méndez Por Oscar Cordova Sanchez Consultor educativo y cultural La situación actual del mercado de libros...