viernes, 29 de mayo de 2020

ISMAEL SOTOMAYOR: TRADICIÓN Y OLVIDO

ISMAEL SOTOMAYOR: TRADICIÓN Y OLVIDO PARTE 1



Escrito por Oscar Cordova Sanchez

La sociedad boliviana se encontró a principios del siglo XX en un caos ideológico, político y económico donde se produjeron nuevas ideas y metas que había que realizar en cuanto a nuestra realidad. 
En el mes de octubre del año 1904, ocurrieron dos hechos dispares en la ciudad de La Paz: El primero fue el más maldecido hasta nuestros días; el "Tratado de Paz y Amistad", una noticia que desde Chile se informaba al país, hundiendo definitivamente a Bolivia a su total privación marítima (20 de octubre de 1904) y que dió lugar a Ismael Montes como el más insigne traidor en la causa patriótica, el mismo día se recordaba un año más de la fundación de nuestra ciudad…vaya festejo y tristeza se tuvo ese día. 
El segundo fue el recordado descubrimiento de América realizado por Cristóbal Colón, el 12 de octubre y el otro suceso y el mismo día: el nacimiento de Ismael Sotomayor, aquel intelectual, lector y recopilador total de nuestras costumbres y tradiciones.
Su madre fue la señora Hortencia Sotomayor vda. de Rivera y su padre el Dr. Emilio Fernández, descendiente directo de un linaje español, del Marqués Francisco Sotomayor Chumacero, aunque éste nunca pisó tierras americanas; sus descendientes hicieron lo contrario, dejando  una vasta familia en el Alto Perú en los departamentos comprendidos de Chuquisaca, Potosí y La Paz. Este último sería cuna de uno de los más grandes tradicionalistas que tuvo Chuquiago Marka. 
Siempre apegado a los consejos de su madre y al recuerdo del fallecimiento de su padre a sus 8 años de edad. Su hermano materno, Froilán, sería el que cuidaría de Ismael y velaría por su bienestar hasta 1961.
Un niño tímido y abnegado a sus propias necesidades en su porvenir, no fue de su agrado el estudio corriente en su escuela "San Vicente de Paúl" así que optó por la acuciosa indagación sobre la lectura de libros, periódicos, revistas y folletos pasados que poco a poco recopiló. Era su pasión las cuestiones históricas de nuestra ciudad lo que motivó al niño Ismael adentrarse a ese mundo de las letras que cultivó con gran talento y dedicación.
En su adolescencia y juventud, apegado a su hermano y madre se fue a vivir a la calle "Mapiri" en la zona de San Pedro. Poco a poco Ismael dominaba el carisma que le costaba tanto expresarlo en su niñez, pero ahora reía, hablaba y disfrutaba de la vida. 
A los 18 años había sido Socio Fundador y Presidente del Centro Intelectual "Agustin Aspiazu", el talento de imprimir historias, tradiciones e historia se estaban perfilando en un gran servidor de su ciudad. Cuando cumplió 19 años, inició su trabajo intelectual siendo Corresponsal del Centro Literario Argentino en 1923.
"A los 21 años de edad, comenzó a inquietarse por saber el pasado y tradiciones íntimas de su ciudad natal. Y principió por investigar las páginas de la historia; luego husmeó y metió mano en las bibliotecas; hojeó periódicos y revistas amarillentas de épocas lejanas, acumuló y coleccionó cartas y otros documentos, catalogó manuscritos, consultó archivos y expedientes en notarías y sacristías, escuchó datos orales y escritos". De esa manera describen a Ismael, algunos de sus amigos que lo conocieron.
Con el paso de los años Ismael Sotomayor empezó a ganarse “un sitial” que humildemente aceptaba, ese agradecimiento demostraba cuando lo hacían miembro de alguna Academia, socio de un centro Cultural o Numismático o cuando era premiado por su labor de insigne escritor. Por ejemplo, como lo hizo España al darle la orden de Caballero con Banda de la Real Orden de Isabel La Católica conferida por Su Majestad Don Alfonso XIII, aunque nunca salió del país lo condecoraron en las embajadas de los países que se encontraban en nuestra ciudad. Era así de importante este hombre que como todo intelectual nacido en estas tierras vale poco y se lo reconoce afuera con loas y aplausos.

1929 fue un año clave para que valoren la obra que estaba a punto de editar, como también ver el talento en la manera de explicar sucesos, hechos, mitos y leyendas juntadas sobre las calles, zonas, cerros, personajes y uno que otro bandolero que hacía de las suyas en nuestra ciudad contadas a través del tiempo de generación en generación. Empezando por su trabajo en el periódico "Juventud" donde comenzó a publicar notas de carácter histórico.
El 9 de julio de ese año, fue parte del grupo que fundó la Academia Boliviana de la Historia, junto a Manuel Rigoberto Paredes, Luis Crespo, José María Camacho, Claudio Pinilla y Belisario Díaz Romero fueron algunos de los personajes destacados que fundaron dicha institución. 
Reuniendo algunos de sus artículos escritos con mucho esmero y dedicación fue que los evocó en un libro titulado: “Añexerias paceñas, repertorio de tradiciones u otros romanses de la cibdad de Ntra.Sra. de La Paz" y continúa con el siguiente párrafo que "Las escrivio Dn. Ismael Sotomayor Pa. consulta de estudiosoz e solaz de desocupados. Prologólas el Dtr. M. Rigoberto Paredes. Anno de MCMXXX. Con privilegio de empresion En la Ymprenta de Flores, Sn. Roman e Compa. Plaza de Armas – La Paz. Me faxcit Alberthus Mariño G”.
Pero fue la tardanza de la misma imprenta y la falta de cuidado en las correcciones necesarias para su difusión al público que salió recién en librerías el mes de diciembre de 1931. Algo imprevisto le pasaba a cualquiera que quería imprimir sus escritos, más aún si estos se autofinancian para dar un claro sabor del sacrificio que sufre el autor y para que la gente reconozca el brillo talentoso de quién lo escribe.  
A decir del célebre tradicionalista Antonio Paredes Candia: "Es un libro de evocación salpicado de fina ironía. Como su nombre advierte, trata de las antigüedades paceñas, de hechos acaecidos  de época en que cada calle de la ciudad de La Paz, tenía su duende, su viuda o alma en pena, en que el mito autóctono adquiría sabor hispano y ya no se sabía a qué grupo étnico pertenecía tal o cual leyenda. Enorme trabajo, que en nuestra patria se duplica por no tener organizados los muchos archivos, donde polvo, polillas y ratones tienen seguro acomodo. Desfilan por sus páginas, personajes y personajillos, pero sí todos ellos célebres. Desde Don Pedro Domingo Murillo, benemérita figura de nuestra historia, a quién, audazmente y con poca equidad, rectifica su epopéyica arenga; hasta el famoso "kholo Tomasito". Relata con amenidad y picardía las fiestas populares como "La Feria de Alasitas" o la "Fiesta de la Cruz", licenciosa y báquica".
Pero las impurezas del momento, como el conflicto bélico con el Paraguay, mandó con fervor y responsabilidad patriótica a Ismael Sotomayor viajar al sudeste del país. Se adhirió al Destacamento "Viacha" No. 100 y puso en marcha su ideal de sacar algo de las vivencias que se sufría en la tragedia en el Chaco. Pero sólo volvió desamparado por un golpe que arruinó su columna vertebral. Esto fue detonante para que sus conocidos lo retraten con una "joroba" entre sus características físicas, aunque presumimos que se debió a este accidente que sufrió en el Chaco, pero también puede ser que debió haber sido por la continua lectura que hacía en su mesita inundado por las reliquias que tenía.

BIBLIOTECA DE ISMAEL SOTOMAYOR

Hablando de su vasta y diversa biblioteca, su sobrina, Ana Rivera Sotomayor, menciona que entre sus colecciones tuvo reliquias como: cartas del Mariscal Antonio José de Sucre; partida de bautismo de Vicente Antonio Pazos Kanqi; colección de cartas del Libertador Simón Bolívar, entre las que destaca la carta del 20 de agosto de 1825; colección de cartas del Gral. Francisco Medinaceli con referencia a la batalla de Tumusla, la más importante la del 18 de abril de 1825. Así como los documentos de su abuelo el Tte. Cnl. Pablo Sotomayor que "había muerto asesinado por el tirano Mariano Melgarejo en el Palacio de Gobierno, pues era un militar vinculado con su rival Adolfo Ballivián. Tenía apenas 33 años y en su honor Eloy Salmón compuso una “Marcha” que se toca en la procesión de Viernes Santo".
Tenía más de seis mil ejemplares solamente en libros, exceptuando la folleteria, revistas o periódicos. Pero trágico fue el destino de ésta biblioteca que desapareció después de su muerte. Su hermano mayor Froilán Rivera Sotomayor reclamó la herencia de estos archivos, pero sin dar explicaciones de lo sucedido "José Fellman Velarde, entonces ministro de Educación y Bellas, ordenó al abogado Félix Eguino romper los candados precintados y sacar todos los libros, cartapacios, maletas, baúles y cajones, sin que se sepa dónde fueron esas reliquias y los muchos objetos de valor. La familia intentó conocer durante años qué fue de esa biblioteca sin tener respuesta. El nuevo ministro Mario Guzmán Galarza informó que ese despacho “adquirió” la biblioteca, sin explicar cómo o a quién y sin dar detalles". Algo muy común con grandes bibliotecas que van a parar a ciertos coleccionistas extranjeros o algunos que van hacia el mercado para que sea usado como envoltura de alguna carne para su venta.

SU VIDA EN LA CIUDAD

Dos escritores conocieron a fondo a Ismael en su vida íntima recorriendo páginas, hojas sucias, bares malolientes y bebidas que lo embriagaban hasta el día siguiente. Jaime Sáenz se refiere de la siguiente manera: "Nadie como él para conocer la ciudad de La Paz; si pasado y su presente - y aún su futuro, si se quiere. /.../ con algo así como un metro cincuenta y con una bien y proporcionada joroba, era dueño del mundo. / Tenía miles de libros, de toda clase y todo tamaño, tenía cien ediciones del Quijote. /.../ tenía olor a yerba, a romero y a incienso, y también a humo. / y era intransigente y apasionado en más de un sentido".
Mientras que el tradicionalista Antonio Paredes Candia hacia una descripción de Sotomayor: "Era una tierna figura por lo triste, de aspecto desarrapado; casi nunca el cepillo por sus vestidos, mugre y desaseo caracterizaban su exterior. Su estatura no pasaba de un metro sesenta centímetros. La joroba sobre el omóplato izquierdo y su rostro esmirriado, adornado con una  pequeña barba puntiaguda, le daban las trazas de un fauno en desgracias".

A su 41 años se mantenía activo en sus quehaceres cotidianos entablando relaciones con escritores y también continuando sus labores en revistas como Khana o periódicos como El Diario. Se vio influenciado por ir a vivir a otro sitio con la intención de desarrollar más temas sobre La Paz y sus personajes. Así que se trasladó a la calle "Hermanos Ballivian", actualmente Nicolás Acosta No 299 esquina calle Cañada Strongest (la casa fue demolida y en su lugar reposa el Banco Unión). Fue su tarea de irse de su casa en la Avenida Centenario (hoy Avenida Ecuador) en la zona de Sopocachi por la vida de los suburbios de La Paz. La guerra le había dado un malestar…su joroba, tenía que adornarla con dosis de bienestar en lugares del Norte de La Paz como las zonas Churubamba, San Pedro o frecuentar calles como la Chuquisaca, Inca o Castro. Pero era su inocencia de cómo hablar y tratar a una mujer que no tuvo una que deje legado, menos aún un hijo. Pero se sabe a palabras de Paredes Candia que tuvo una hija llamada Ana María Teresa que se fue a vivir a Arequipa y se convirtió en Monja, como también su matrimonio fugaz con una bella mujer, Margarita Alarcón, que por la ambición de esta sobre el dinero abandonó al joven intelectual.

SUS TRABAJOS

Solía escribir sus artículos bajo el pseudónimo de "Ismael-Lillo", daba sus aportes en los centros culturales Génesis y Agustín Aspiazu. Entre sus trabajos posteriores a su libro "Añejerias Paceñas", están "Cervantes en La Paz" en la revista "España y Bolivia" de 1932; "Indumentaria y coreografía aymara", "Romancero y Miscelánea del Arte Nativo" y "La ciudad de Ntra. Señora de La Paz y su IV Centenario" todas esta obras publicados en la "Antología Génesis"; "Bibliotecas y Archivos Notables de La Paz" y el escrito "Instituciones Culturales de La Paz", ambas publicadas en el tomo III de la Edición del Comité Pro IV Centenario de la Fundación de La Paz.
También escribió dos biografías sobre Vicente Pazos Kanky y Agustín Aspiazu. Pero la forma y orden de la biografía de Pazos Kanky "adolece de galanura literaria, escuetamente y sin entusiasmo relata los hechos, los interpreta flojamente y muchos acápites son forzados". En cambio en la biografía de Aspiazu cumple con esmero "el de delinear la figura del maestro y pensador en sus facetas de hombre de cátedra y acucioso científico".
Pasadas la publicaciones y las obsesiones de su biblioteca en el pequeño cuarto que alquilaba en la calle Nicolás Acosta, Sotomayor fue más constante en las veladas nocturnas llenas de alcohol y música que daba la ciudad a aquellos partidarios que su vida no fue sino un desperdicio. Mucho tiempo se perdía entre la muchedumbre, cuando se lo quería buscar, no tenía contacto con su familia que había dejado hace 11 años. Sotomayor era parte de la ciudad, era el ser que se adentró en la tradición que selecciona aquellos que deben vivir en nuestro lenguaje popular; aquel escritor que vino a retratarnos la sociedad de siglos atrás. 
Nunca viajó a otro lado del departamento, se quedó y vivió, escribió y murió como sus personajes en su libro que dio tanto valor y que no pudo conseguir un éxito tan grande como el que tuvo en 1931 con "Añejerias Paceñas".
A principios de mayo de 1961, tuvo su última charla y vista de su amigo Arturo Costa de la Torre, posteriormente desapareció por unas semanas. Nadie sabía de él, los vecinos aseguraban no haberlo visto últimamente, su hermano Froilán indago el hecho haciendo una inspección a los lugares donde frecuentemente estaba Ismael, pero nada de su paradero. 
No fue hasta pasada dos semanas que se decidió abrir su pequeño cuarto, rompieron los candados junto con la policía y encontraron a Ismael Sotomayor muerto con la carne ya putrefacta y que aún estaba botada en medio de su gran biblioteca, aún no se esclarece si su muerte fue arremetida por causas naturales o por algún sujeto de los tugurios del hampa paceña.
Falleció entre el 28 y 30 de mayo, según el reporte del examen que le realizaron. Su entierro se llevó a cabo el 8 de junio. Lo acompañaban en su despedida muchos intelectuales, amigos, parientes y ciertos políticos que ya ansiaban tener la biblioteca del difunto. 
Un hecho que llegaron a cumplir y posteriormente desaparecer. Fue enterrado en el cuartel 186 del Cementerio General y posteriormente se lo trasladó a la Cripta- Mausoleo de la familia Sotomayor en 1968. Ahí está el hombre que vivió, sufrió, amó y odio las hojas, papeles, folletos y revistas que durante toda su vida fue armando la historia y tradición de nuestra ciudad. 
Ismael Sotomayor y Mogrovejo (que utilizaba como honor a un antepasado suyo) es parte de la ciudad y le debemos un sin par de menciones para leerlo y sacar a luz sus ensayos sobre historia para conocimiento de nuestros personajes y lugares.

Bibliografía

Cajias, L. (2015). Los rincones de Ismael Sotomayor. https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/rincones-ismael-sotomayor/20151025234300670980.html
Paredes Candia, A.(1967). La trágica vida de Ismael Sotomayor y Mogrovejo (1a.ed.). La Paz, Bolivia: Ediciones Isla.
Rocha O.(2018). Los textos publicados de Ismael Sotomayor. https://www.paginasiete.bo/ideas/2018/3/4/textos-publicados-ismael-sotomayor-171643.html
Sotomayor, I. (1987). Añejerias Paceñas (2a.ed.). La Paz, Bolivia: Librería Editorial Juventud.

jueves, 28 de mayo de 2020

PALABRA DE LA SEMANA: PETA

Palabra de la semana
PETA
Por Drina Flores
Esta semana presentamos una palabra que solo es utilizada en territorio boliviano, un claro ejemplo de un bolivianismo pleno. 
Recordemos a Raúl Rivadeneira Prada y su discurso donde nos da una breve explicación sobre estos bolivianismos que no compartimos con ningún otro país. Hay dos tipos de bolivianismos y en ambos se encuentra la palabra PETA, claro que con un diferente significado. El primer bolivianismo se lo utiliza en la totalidad del territorio boliviano, y el segundo bolivianismo es utilizado solo en ciertas regiones del país.
PETA, a nivel nacional, se refiere al vehículo pequeño de la marca Volkswagen. Este modelo fue declarado como el auto del siglo XX debido a la gran producción y demanda que tuvo a nivel mundial. Llega a Bolivia después de la Segunda Guerra con gran éxito comercial. 

Fuente de la fotografía: La voz de Tarija
Parece que esta palabra se fue adaptando poco después de la llegada del modelo al país. Su nombre original es Volkswagen Beetle "tipo 1" o Käfer, ya que es un auto de origen alemán. Seguramente muchos recuerdan el famoso juego del “Pasó peta” que se popularizó en las familias bolivianas.

PETA, a nivel regional, se refiere a la tortuga. Se utiliza la palabra al este del país. Es interesante que Ciro Bayo, traductor y escritor español, incluye esta palabra en su “Vocabulario criollo - español sud - americano” de 1910, “Peta. La tortuga de río ó tartaruga. Abunda tanto este quelónido en el Beni, que en ciertos meses se puede llenar con petas batelones enteros.”. 

La PETA de río (Podocnemis unifilis) puede llegar a medir 50 centímetros en el caso de las hembras. También se puede observar, en el territorio boliviano, a la PETA gigante (Podocnemis expansa) que puede llegar a medir 90 centímetros.


Foto: Peta de río
Fuente: Ministerio de Medio Ambiente y Agua

Foto: Peta gigante
Fuente: Especies bolivianas 
Bibliografía:
Bayo, Ciro. “Vocabulario criollo - español sud - americano”. Madrid: Librería De los Sucesores de Hernando. 1910.
Rivadeneira, Raúl. “Diccionario de americanismos”.  Disertación en la presentación del libro en la XV Feria Internacional del Libro, La Paz, 2010. 

martes, 26 de mayo de 2020

BANZER Y LOS CUENTOS DE LA REPRESIÓN

BANZER Y LOS CUENTOS DE LA REPRESIÓN


Escrito por Oscar Cordova Sanchez

En mayo de 1997, la revista boliviana de cuento Correveidile (1996-2014) lanzó un número especial titulado "Cuentos de la Represión". La revista nace el primer semestre de 1996, a iniciativa de los escritores Manuel Vargas, Adolfo Cárdenas y Marcela Gutiérrez, y entre sus objetivos fueron rescatar y publicar los cuentos de escritores jóvenes, la tradición cuentística literaria y  la tradición cuentística oral en Bolivia.
Esta edición fue auspiciada por la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Mártires por La Liberación Nacional (ASOFAMD). Fueron 3000 los ejemplares que salieron ese mes y costaba 10 bs adquirir cada publicación.
Esta edición tuvo como contenido aquellos hechos de violencia y asesinatos suscitados en el primer gobierno del Gral. Hugo Banzer Suárez (1926 - 2002) desde los años 1971 hasta 1978.

Este compilado de cuentos es muy interesante, pues en su contenido podemos encontrar detalles y aspectos de esa época llena de desapariciones, masacres mineras, secuestros y torturas. 

A decir de los encargados de la Revista Correveidile, Manuel Vargas, Marcela Gutiérrez y Adolfo Cárdenas, mencionan que "no es novedad el hecho de que muchos escritores - aficionados y no tanto - confundan la esencial rebeldía del arte con el discurso político plagado de quejas y de buenas intenciones, cuando no de ciegos insultos que lindan con la ingenuidad. Lo cual, sin embargo, cuando se trata de temas como la represión política no es nada fácil. 
¡Tan fácilmente se puede caer en el cliché y el desahogo de la rabia y la impotencia por demás justificadas!". 
El impreso está distribuido en trece cuentos de autores bolivianos; diez cuentos fueron seleccionados para la revista y los otros tres eran inéditos. Un estudio sobre la censura del libro y una entrevista al pintor Walter Solón Romero (1923 -1999) y su comentario del libro "El Quijote y los Perros: Antología del terror político" (1979) donde fue ilustrador de dicha antología. Estos dos últimos temas los realiza la investigadora literaria y poeta Virginia Aillón.
Empezando como homenaje a René Bascopé Aspiazu (1951 - 1984) con un cuento suyo titulado "El duende" que fue publicado después de su muerte en "La Tabla 1" (1987). 
Sigue con el cuento "En septiembre los derrotaremos" de Homero Carvalho Oliva extraído del libro "Territorios Invadidos" (1993). Cuenta la historia, cómo una frase tan pequeña puede movilizar a todo una ciudadanía para sublevarse ante los abusos del régimen militar. 
Está también el humor en medio de la tortura, en el cuento que Joaquín Hinojosa titulado "La Soledad" que fue extraído del libro "Huellas sin Tiempos" (1984). Lo reproducimos a continuación: 
"Era un interrogatorio "común y corriente", con gritos y prepotencia de los interrogadores y una pistola en la sien del interrogado, cuyas piernas parecían banderas en febril movimiento. 
- Ahora, carajito, hablarás todo lo que sabes.
- No se nada.
- Que no sabes nada, empieza no más a cantar o yo tiro del gatillo y ...pum, un carajo menos.
- Si no sé nada, de qué voy a hablar.
- Quiénes eran tus contactos, a quiénes tenías que encontrar, a quiénes conocías...
- No tenía contacto, no conocía a nadie...
- ¡Ah!, carajo, con que no conocías a nadie, con quién vivias, solito, ¿no?
- Sí, sí, vivía solo y aislado. Por que me gustaba la soledad.
- Me estás mamando, entonces háblame de la Soledad, cómo era ella...hablas o yo apreto el disparador y...pum".
Otro cuento, que merece mención, es "El Comunista" del dirigente del MIR y sociólogo Luis Suárez Guzmán (1943-1981) que fue asesinado por el régimen del Gral. García Meza el 15 de enero de 1981, junto a él fallecieron otros siete dirigentes de su partido, en la calle Harrington, zona de Sopocachi. A continuación, el cuento de Suárez:
"¡No, mamá, no lo llames, no llames al comunista!, gritaba la niña llena de terror ante la amenaza de su progenitora.
Mientras tanto, un grupo de soldados que recibía instrucción militar de un jóven oficial escuchaba de él la advertencia de que si no se lleva la maniobra individual como él estaba enseñando, un comunista podría desarmarlos y matarlos. Yo nunca había visto ni oído hablar antes de un comunista, y comencé también a temerle y a detestarle, y quizá a odiarle. 
Me lo imaginaba un ser monstruoso, tal vez se trataría de un degenerado. Violador de niños quizá.
Le temía, pero me costaba imaginármelo. Después se me facilitaron las cosas: la televisión había mostrado unas interesantes películas de espionaje en las que ya era fácil de identificar al comunista.
En aquellas interesantes series vi a unos defensores de la libertad y de la familia de occidente luchar heroicamente contra unos comunistas...personajes físicamente humanos. Su hablar era hipócrita, sus planes destructivos y parecía poder verse en sus ojos que por sus mentes no corría otro deseo que el causar mal al mundo. 
No temeré más al comunista, me dije entonces, y no debería temerle tampoco la niña, ni el conscripto, ni el pueblo, por que tenemos hombres de bien y países buenos que día y noche nos protegen de él. 
Lo que no vi claro, y en la TV no se dijo aún, es quienes, libres ya del comunismo y de toda ideología similar, nos liberarán del hambre, la dependencia, la silicosis o la mortalidad devastadora. Quizá un hada madrina pensé yo". Extraído del Semanario Aquí (1979).

Entre otros textos están la de Blanca Elena Paz que habla de la pérdida de la amistad  en la dictadura del militar argentino Jorge Videla en su cuento "Las Tres Lluvias"; René Poppe en su cuento "Otra vez más", muestra al minero hambriento, humillado y humilde anexado a  los controles políticos, los sindicatos clandestinos y a la llama de la insurrección; Víctor Hugo Cárdenas, con el pseudónimo "Emilio Choquewanka" muestra al indígena de las orillas del lago Titicaca sembrado de terror, avaricia y violencia en su cuento "El Cerco" que fue extraído de la revista Trasluz No.3 (1978); también se nombra a los niños desaparecidos y raptados como en el cuento "Los Retratos" de Manuel Vargas; la memoria de un periodista que tiene un odio hacia los izquierdistas y que al final su linaje  familiar pertenecía a uno de ellos, siendo parte de la serie de bebés raptados en la época de las dictaduras, todo eso plasmado en el cuento "Los Ríos Secretos" de César Verduguez. 
A decir de todos estos cuentos ninguno menciona al presidente de facto ni tampoco el nombre de algún militar que estuvo en algún ministerio. Puede deberse a que las publicaciones fueron censuradas y revisadas antes de su impresión, venta y distribución, sin que se vea afectado la imagen del gobierno.
La censura y eliminación de libros en la época de las dictaduras fue muy frecuente, muchos libros catalogados "subversivos" fueron quemados, mientras otros se salvaron y quedaron en alguna biblioteca de algún coleccionista.
Virginia Aillón comenta que la censura "crea y estructura la desobediencia; libros forrados con papel periódico, con tapas cambiadas, creativa redes de intercambio bibliográfico, grupos agazapados de lectores". 
La Revista Correveidile sacó a luz estos escritos y de manera gradual con el tiempo sigue siendo base para un estudio y análisis del movimiento literario de esa época (gobierno del Gral. Hugo Banzer). Pero  la compilación de cuentos o poemas que tengan que ver con una dictadura militar o masacre es casi nulo. Así que hay mucho material por descubrir y pueda encajar en el rompecabezas del pensamiento de la literatura boliviana de ese tiempo. La hoja escrita por alguien que haya vivido en ese tiempo valdrá para aclarar algunas dudas, pero también para tener una memoria colectiva estrechamente relacionada con el porvenir de nuestro país.

lunes, 25 de mayo de 2020

ANTONIO PAREDES CANDIA Y SU VISIÓN SOBRE LOS CURAS

ANTONIO PAREDES CANDIA Y SU VISIÓN SOBRE LOS CURAS

Escrito por Oscar Cordova Sanchez
En el año 1975 se lanzaba al mercado la segunda edición del libro titulado “Cuentos de Curas” del escritor Antonio Paredes Candía (1924-2004) éste libro que en realidad son relatos y anécdotas, formó parte de la colección “Folklore Secreto” que incluía algunos libros como “Urdimalis en Tarija” de Víctor Vara Reyes o “La picardía en el Cancionero Popular” de la editorial ISLA, que Paredes era editor y fundador. 
El pequeño libro publicado por primera vez en 1972 contiene algunas anécdotas sobre las condiciones negativas de ciertos sacerdotes que sólo en misa muestran la fe y bondad. Posteriormente el libro fue corregido y aumentado con algunos “dichos” de estos sujetos, mostrando su condición de cometer pecados y engañando a la población en su prédica, rectitud y honestidad. Los aspectos que toma Paredes Candia sobre estos personajes fue en su influencia desde los tiempos coloniales y la manera de conseguir feligreses atribuyendo la salvación a través de los mandatos de Dios. 
En la segunda edición habla de tan singular personaje vestido con una sotana y con la biblia en la mano de una manera humorística, sarcástica y reprobable sobre su vida.  Amartelado por el deseo sexual y atraído por esposas, cholitas y fieles devotas de la prédica en la Iglesia que eran la diversión de curas, sacristanes y diáconos. 
A decir del autor del libro, el significado de publicarlo tuvo por “finalidad e enriquecer nuestra magra bibliografía del género picaresco, y también por que la literatura oral condimentada al modo nacional, tal cual las viandas paisanas, no se pierdan en el injusto olvido”. Paredes justifica menester sacar a luz los retoques que hombres de sotana sacudieron no solo las mentes de sus fieles seguidores, sino las piernas de alguna cholita, allá en el vasto territorio nacional. 
En su “Noticula” al inicio del libro menciona algunos curas famosos por sus apetitos sexuales con varias mujeres sean casadas, adolescentes o ancianas.  Es el caso de la deidad aparecida en la época colonial llamada “Kharisiri” que es un “fraile franciscano que lleva una campanilla y una cajita con afilados cuchillos. Se presenta en los caminos a los viajeros que descuidadamente quedan dormidos, para después aprovechando el sueño de los incautos, sacarles la grasa humana del costado izquierdo y cerrarles la herida en forma invisible”. No solo las supersticiones influyeron en la manera negativa hacia los curas, fueron también otras como la costumbre de depositar ocho días o más de tres meses en las parroquias a las mujeres de los indígenas para su adoctrinamiento en la fe católica; este hecho fue común a principios de la naciente República de Bolivia. 
Poco a poco la tradición oral de nuestro país se fue llenando de cuentos, anécdotas, dichos y misterios sobre la dirección del Clero y su función en la administración económica de ciertas regiones, sus deseos carnales y sus “curaj wawa” que se denominaba al hijo de un matrimonio indígena cuya esposa tuvo “contacto” con algún cura. 
Paredes menciona dos personajes famosos del clero que en Bolivia hicieron sus fechorías y fantasías a la par que su vida privada rondaba por las lenguas de la población. El primero, un Obispo de la ciudad de La Paz que todas las noches tocaba la puerta de las monjas de claustro para dormir y “obligando que le alegraran la velada dando cantos y danzas non sanctas”. El segundo caso fue el cochabambino padre Pozo que fue “trovador, guitarrero, con amores de marinero, en cada cuadra una mujer”, fue tanto su descaro que el propio obispo de ese entonces, monseñor Pierini, suspendió las licencias del padre Pozo para celebrar misas.
El libro consta de 29 relatos sobre la vida de ciertos curas, todos sin mencionar su nombre, en diferentes partes de Bolivia. Estos relatos mayormente son de Cochabamba y La Paz, aunque no tiene fecha la mayoría de cuando se produjo. En la segunda edición se aumentó algunos con fecha entre 1972 y 1974. 
Todos constituidos con el título “Donde se cuenta…” tiene en su contenido pequeños rasgos de los pecados en que incurren estos personajes. Los relatos se centran en temas como: la pasión carnal por la mujer, los hijos adoptados, hipocresía sobre la sociedad de ese entonces y el encubrimiento de abusos hacía la esposa del Sacristán. Uno que podemos nombrar es el relato “Donde se cuenta de los ardides de que se valió el sacristán para confesar al señor cura” por su tono humorístico y sarcástico, que tiene que ver entre la mentira, la ironía y el silencio parroquial de sus pecados. Lo reproducimos a continuación:
“Era un sacristán en vaciar el cepillo. El dinero de las limosnas recorría de las manos de los feligreses a la alcancía y de esta a los bolsillos del ayudante. Cansado el Tatacura de no recoger un solo centavo, un día llamó al sacristán, y muy serio le dijo:
- Hijo mío, hace mucho tiempo que no cumples con el sagrado mandamiento de la confesión, arrodíllate. El sacristán temeroso se acercó al confesionario y escuchó atento las primeras preguntas que el sacerdote le hacía:
- Hijo mío, tu sabes ¿quién roba el dinero de las alcancías? – repitió el sacerdote en vista de que el confesado no daba muestras de vida. Después de una pausa larga, larga, repuso el sacristán:
- No se oye Tata…
El cura repitió varias veces la misma pregunta, obteniendo como única respuesta: “no se oye Tata”. El confesor, picado de curiosidad le dijo:
- “¡Cómo no se va a oír!”, hagamos lo siguiente, tú entra al confesionario y habla para que me convenza si realmente no se oye. El sacristán entro al confesionario y desde adentro le preguntó al cura:
-Sabe usted Reverendo ¿Quién fornica a la mujer del sacristán de la iglesia cuando éste va a cumplir los mandados de su Reverencia?
- ¡Ah! Caramba – exclamó aturdido el párroco – tienes razón hijo mío, no había sabido oírse. Y lo absolvió”.
Mientras que otros de los relatos enmarcados en el libro son muy directos y muestran al ser degenerado, morboso y abusivo, antes que al cura bondadoso y recto; pero que al final cae por las desgracias de la lascivia, como en el relato “Donde se cuenta  lo acontecido a un cura aprovechador y a una confesante ingenua”, reproducimos el texto que difiere mucho del anterior:
“Era un curita fullero capaz de limpiar el sable veinte veces al día y quedar como si estuviera en ayunas. Oportunidades no le faltaban y él tampoco las desechaba.
Un día ocurrió lo siguiente: se acercó al confesionario una guapa hija de Eva, que de la cintura para abajo tenía más opulencia que de la cintura para arriba, o sea que era hembrota al izquierdo y al derecho. Se arrodilló frente al confesionario y después de las oraciones rituales empezó a musitar: 
- Padre, he pecado muy feo, padre.
- ¿Cómo es eso hija? - preguntó el cura.
- Es una cosa muy fea que me ha hecho mi primo fulano.
- ¡Ay hija, ay hija!- habló el Padre, y con  el pretexto de averiguar el pecado que no se atrevía a confesar la mujer, la condujo a la sacristía. 
- Allí es más fácil que confiese hija - le dijo en actitud de no dar importancia a lo que había escuchado. La mujer, llorosa, le siguió al curita pendejo. Ya dentro de la sacristía el cura la atrajo hacia un estrado antiguo y abrazándola le preguntó:
- ¿Así te ha hecho?
- Algo más feo, Padre.
La besó apasionadamente y le preguntó en tono almibarado:
-¿Entonces así?
-Peor, Padre. 
El cura aprovechó el momento para desnudarla. Cuando la tuvo desnuda empezó a acariciarla golosamente y poseerla en diferentes poses sexuales, pero después de cada una, la respuesta a la pregunta, siempre era la misma: -Algo más feo, Padre. 
Cansado de poseerla y de haber hecho con ella todo lo que la imagen lasciva ha inventado, ya con fastidio le preguntó.
-Ya hecho todo lo que podía haberte hecho tu tal primo y a todos respondes: “algo más feo, Padre”. Entonces ¿Qué te ha hecho ese perillán? Y la mujer, blanqueando los ojos, le respondió en tono compungido:
-Me ha contagiado una gonorrea y una sífilis, ¡tremendas!, Padre. El curita al escuchar esa confesión de hora nona, se desplomó de espaldas”. (Recogido en la ciudad de La Paz, 1972).
Es así que vemos que la cómplice también acá es la mujer, que a sabiendas de los hechos, aún sigue la corriente al cura que se corrompe y la usa como objeto de deseo sexual. Son estos relatos que muestran la sociedad que en ese tiempo a ocultas decía las calamidades de estos hombres de “bien” y que no todos cumplían con la ley de la castidad; con el propósito primero de sacar sonrisas con estas anécdotas y después tomarlas con seriedad si vemos que aún hoy en día se siguen practicando esta clase de acciones que la única demanda que tienen es la queja y no la denuncia sobre hechos de acoso y abuso hacia la mujer. Al fin y cabo es nuestra sociedad quien juzgará al autor de este libro si fue bueno o no contar anécdotas y relatos sobre los servidores de la Iglesia. 
A diferencia de otras novelas y cuentos bolivianos donde el cura cumple un rol menor, se muestra de manera burlona y real al mismo tiempo. Novelas como “Yanakuna” de Jesús Lara o el “Tata Limachi” de Raúl Botelho Gosálvez  muestran al personaje maligno del ambiente altiplánico y predicador de su ideología en el nombre de Dios, en cambio en “Juan de la Rosa” de Nataniel Aguirre o “Raza de Bronce” de Alcides Arguedas muestra al cura de la época colonial y de provincia respectivamente.
Paredes Candía no solo enmarcó en este territorio lleno de sátira y realidad a los curas, sino también a políticos, policías, abogados y militares que a la sazón describió la otra cara de estos personajes al igual que de los seguidores de la iglesia católica. 
Nos muestra este libro la denuncia que Paredes Candia realiza de manera sarcástica y de humor, a los hechos que pasan desapercibidos de ciertos hombres, que sacian su sed carnal abusando del poder que tienen.

domingo, 24 de mayo de 2020

PERSONAJES EN LA OBRA LITERARIA DE VÍCTOR HUGO VISCARRA

PERSONAJES EN LA OBRA LITERARIA DE VÍCTOR HUGO VISCARRA.


Escrito por Oscar Cordova Sanchez

"La única Universidad que me ha colmado con sus conocimientos y de la cual me gradué con los máximos honores es la universidad de la calle. La mejor que existe, y la más brutal". 
De esta manera Victor Hugo Viscarra Rodríguez (1958-2006) escribió su opinión en una hoja arrugada, sucia y llena de sentimiento su concepto del conocimiento diario que la calle le había enseñado.
Fue en la obra póstuma titulada "Ch'aki fulero" que su editor Manuel Vargas recopiló esta hoja y otras más para mostrar al público la totalidad de la obra del Victor Hugo, y que nos muestra las enseñanzas, lecciones y virtudes (si las hay) en el mundo del “hampa” paceño y cochabambino.
Fue la genialidad del autor recopilador de historias vividas, oídas y observadas que dio a conocer a una sociedad, como la nuestra, que "no la merece" y que Viscarra vió los peores defectos con que lo trataron aquellos que reflejaban lo bueno. En una entrevista ya lo dijo a su manera: "Una mierda es esta gente, hasta ahí nomás pero". 
El cúmulo de adeptos y fieles seguidores de la llave que mostró Viscarra aún hoy sigue abriendo nuevas puertas a que la experimentación siga vigente; la sensación de muchos jóvenes que al leer su famoso "Borracho estaba, pero me acuerdo" (2002) sigue siendo tema de charla en cualquier bar o café cultural o se haga alusión en clubes de lectura u homenajes que tal vez “al Victor Hugo” si estuviera vivo le hubiera valido un comino..
En éste primer análisis de su obra, nos centraremos en aquellos personajes que son parte continua de sus libros y que los menciona frecuentemente. Estos personajes no fueron ficcionales, aunque muchos "articulistas" en medios de prensa quieren sacar de su lugar en como fueron descritos por Víctor Hugo y se jactan de ver su obra como algo que nació totalmente de su mente y no de lo que vivió y conoció. Simplemente son aquellos que quieren desprestigiar su obra. Ya lo decía al periódico La Nación sobre sus personajes, que "son mis delincuentes, son mis putas, mis maracos, mis mendigos, mis ladrones. El único portavoz que ellos tienen soy yo. Para mí la escritura es como una especie de desahogo. ¡Nunca esta maldita sociedad me ha dado algo!”.
No abordaremos la vida de Viscarra (que mucha letra ya existe), sino en su obra, que aún así mantiene relación con ella. Nombraremos especialmente a sus personajes como hampones, prostitutas, homosexuales, aparapitas y artilleros que llenan la ciudad y que siempre se tiene "un afiliado nuevo a este grupo", que eran conocidos por más de un paceño y que el populacho le dió apodos y hablaba de estos en ocasiones de nombrar a los marginados de la ciudad.

UNA ESPERANZA EN MEDIO DEL BASURAL Y LA NEGRA RAFAELA

Era una mujer que abría la mente para sobrevivir y las piernas para soñar. Una mujer que tuvo innumerables hijos por parte de algunos que se asomaban a ella, echada en alguna esquina o basural, hacían respetar su heterosexualidad. Viscarra la nombra constantemente en tres de sus libros e incluso le dedica un capítulo titulado "La Loca Esperanza" que se encuentra en su obra "Alcoholatum y otros Drinks: Crónicas para gatos y pelagatos" publicado el año 2001. 
"La Loca Esperanza" constantemente molestaba al esposo, novio o chico de alguna mujer, haciendo alusión que este era el padre de los hijos de ella. "Tendría unos treinta años. A pesar de que siempre vestía ropas sucias y pasadas de moda, por entremedio de sus harapos se podía adivinar que la naturaleza había sido pródiga con ella. Motivo por el cual la mayoría de los artilleros de la ciudad buscaban por las noches para encontrar entre sus carnes el calor femenino que tanta falta les hacía". Ella murió descuartizada en la zona Pura Pura. Pero "La Loca Esperanza" está en íntima relación sobre sus quehaceres con La Negra Rafaela aparecida en "Balada para una vida inconclusa" del libro "Relatos de Victor Hugo" publicado en el año 1996. "Rafaela era una mal nacida, a la que de mes en cuando le salían sus rasgos maternales", una mujer que a sabiendas que era estéril se acomodaba en el suelo de la calle ciertas noches a "recibir dentro de su vientre insatisfecho, el peso de los galanes que buscan un remedo de placer que les alivie sus instintos animales". Al igual que “La Loca Esperanza” terminaron de la misma manera entre la soledad y el olvido.

EL K'EPIRI

Entre los personajes que menciona con total crudeza sobre su diario vivir es el K'epiri o aparapita; un sujeto que viene del norte de Potosí o del área rural colgando un soga en su hombro para cargar cosas pesadas y transportarlas varios metros, haciendo la misma rutina cada día. En el libro “Borracho estaba pero me acuerdo” (2002) dedica un capítulo titulado "Los k'epiris" que Viscarra describe sus lugares de trabajo y su modo de comunicarse. "Entre los aparapitas que duermen entre las tarimas de madera del mercado Negro, del pasaje Tumusla y en menor proporción en los mercados Rodriguez y Uruguay, se juntan en grupos para protegerse del frío. Tras sentarse apoyados contra la pared, se ponen a charlar entre ellos, al tiempo que pijchan su coca, y de rato en rato toman sus tragos de alcohol que guardan en botellitas de plástico". Incluye también a otro grupo de cargadores llamados "masistes" que son los que recogen el cargamento que viene del interior del país a través de camiones y autos. Una descripción general y real, pero la frustración y abandono se encuentra en el relato titulado "El Q'epiri" que describe la vida de uno del rubro sumido entre el alcohol, la soledad y la muerte.
En esta historia Viscarra resalta la necesidad del aparapita por sobrevivir a base de la ingesta de alcohol; del rechazo de la chola Ercarna, que era la que lo manipulaba haciéndole cargar gangochos de papa; de su tristeza por perder su saco pensando "en que le ha pasado para que acepte a aquel caballero el cambio de su saco del mil ochocientos por un pilcha que cae demasiado grande" ¿Alguna alusión a Jaime Sáenz…? Probablemente. Sáenz había escrito décadas antes su inspiración en el aparapita y cómo fue que obtuvo un saco de éste. Si bien la historia narra la tentación de el "Q'epiri" por el abrazo de Encarna no lleva sino al final de su aceptación que hace por cargar y no recibir nada a cambio.

EL CHINOMUNACHI: EL GRAN AMIGO Y MAESTRO DE VICTOR HUGO

Uno de los amigos que conoció Victor Hugo en sus primeros pasos que dió en la calle y que  dedica en dos capítulos de su obra sobre su vida y su trabajo para sobrevivir es Manuel Machicado, más conocido como el "Chinomunachi". Su trabajo consistió en vender yumbina (pastillas de clorato de potasio teñidas con mercurio y envueltas con celofán) que con mujeres "hacen troya, si les das la mitad en el trago, en menos de cinco minutos, sin que vos les digas nada te van a pedir que te las tires debajo la mesa" y los warmimunachis (figuritas de plomo derretida mezcladas con celofan unidas a pepitas de color negro y rojo colocadas en un sobre) que son amuletos "para lograr el amor de la persona anhelada". 
Viscarra le agradece por "haberle enseñado todo lo que la vida a él le había enseñado. Sí, él fue uno de mis primeros maestros en esto de saber caminar por la noche y por la vida, y por lo tanto, creo que le debo algo de agradecimiento".

EL FRÍO DE VARIOS TRISTONES

Un punto muy especial que Viscarra nos hace conocer; es que no sólo el paria sufría, sino también el mejor amigo (abandono) del hombre (cruel). "Los perros son los únicos amigos fieles que tienen los nocheros. Estos animales andan tanto con los macheteros (mendigos) como con los choros y que siempre sacan la cara por ellos". 
Los relatos "La triste historia de Tristón", "Cada hueso con su perro" y "Amigos Perros" tienen potencialidad al llegar al lector por su manera de describir el movimiento canino en las noches paceñas y siendo amigos de aquellos locos, mendigos, borrachos o lanceros. "La triste historia de Tristón" es el relato más conocido y es que muestra las peripecias de este perro que nació de "una famélica perra callejera, enfermiza y llena de pulgas" y que fue muestra de como sufren y deprimen los perros por su soledad que al encontrar el primer contacto humano adquiere los mismos hábitos que su futuro dueño. En el relato "Cada hueso con su perro" habla sobre los pensamientos de Diógenes, un perro que fue de un filósofo que charlaba siempre con él, y describe la manera de vivir en la calle. Y el último "Amores perros" que Viscarra cuenta la vida de estos canes y que "se ha dado el caso de que en medio de los basurales nacieran perritos. Cuando esto sucede, los beneficiados son los p'ichiris (barrenderos) de la Alcaldía. Cuando esto acontece botan a palazos a la perra madre y a las crías las van a vender en el mercado".

BARBARELLA, SANDRA Y LAS TORTILLERAS

El mundo homosexual que describe Viscarra se centra en nombres como la "Panadera", homosexual que se vestía de chola e iba a vender pan al mercado Lanza; la "Lucha" o la "Katunga" que se agrupaban cada viernes vestidas de prostitutas al final del Prado para esperar algún muchacho en quien pueda pagar lo necesario por su cuerpo. 
Peter Alaiza, más conocida como "Barbarella" fue un icono homosexual y trans de la época comprendido entre los años 70' y 80' del siglo pasado. Viscarra relata cómo Peter se decidió hacerse coronar como "Su Majestad Barbarella I" y que "la noche de la coronación, efectivos de la Policía interrumpieron la fiesta para apresar a quienes estaban allí. Fueron conducidos hasta las dependencias de la DIN" y que entre sus hazañas "fue sus matrimonios con jóvenes" aunque también menciona que salió como protagonista de una fotonovela titulada "Amor a la Boliviana".
En otro relato referido a "La Sandra" describe la situación de abandono, depresión y soledad que vivió este personaje cuando su prometido la abandona en el día de su boda, incluyendo los invitados que no se dieron cita. Por eso es que cada primero de mayo, fecha que era su boda, decide emborracharse. "Sandra, la misma que mendiga centavos en la calle para mantener su vicio, no quiere comprender que ella no es la mujer que proclama ser, y que desde el instante en que su madre lo parió él es hombre". 
En cuanto a los personajes lésbicos menciona a las "tortilleras" famosas como la "Alicia" que fue dirigente de los vizcachas (personas que venden cosas robadas); la "Antonia", la "Mechy" o la "Mayra" que eran lesbianas que tenían hijos y que para sobrevivir llevaban el pan de cada día vendiendo tragos en el algún bar clandestino.

DON GUIDO

Muchas personas que viven más de 50 años en el barrio de San Pedro escucharon o vieron al médico y coprofago "Guido comecaca", que "a veces se lo veía en las gradas del subterráneo de la avenida Mariscal Santa Cruz. Cuando ve a un muchacho que le gusta, lo llama para ofrecerle comprar sus heces, y si el chango acepta, le alcanza una bolsita de nylon para que se las guarde ahí". Fue un "boom" este relato que se encuentra en el libro "Borracho estaba pero me acuerdo" por la forma en cómo describe al doctor viejo, cojo y pervertido que la prensa misma cuando entrevistaba al Victor Hugo preguntaban sobre el paradero del "Guido comecaca".
Aunque hay más personajes en el mundo literario de Victor Hugo como "Las Tres Mudas", "Los vampiros" o los "Monos" y otros apodos que dan a ciertos grupos que forman parte del conglomerado mundo de la literatura de Viscarra, son de menor descripción y no se localiza en otros libros y sólo en el famoso "Borracho estaba...". 
Hemos tratado de desmitificar la vida Viscarra al mencionar a sus personajes de sus libros, más el público tendrá el veredicto final de analizar su obra o su vida.

jueves, 21 de mayo de 2020

IGNACIA ZEBALLOS TABORGA: LA VOLUNTAD AL SERVICIO DE LA NACIÓN

IGNACIA ZEBALLOS TABORGA
LA VOLUNTAD AL SERVICIO DE LA NACIÓN



Por Oscar Cordova Sanchez

Pasaron once años desde la fundación de la República, 1836, todavía quedaban muchos problemas por resolver; aún no había la conexión de Oriente y Occidente. Andrés de Santa Cruz empezaba un proyecto que uniría dos naciones, Bolivia con el Perú, las ambiciones personales se hacían frecuentes y los motines e insurrecciones se paralizaban por la lucha que el Mariscal de Zepita dio tanto dentro del país como fuera. 
En ese año, en el mes de junio, doña Antonia Taborga esperaba una hija de su esposo Pedro Zeballos. Tanto fue la expectativa de Pedro que fuera varón, pues siendo varón tendría más privilegios ciudadanos; pero el destino hizo mejor las cosas para la pareja, naciendo un 27 de junio, una bella niña que dieron el nombre de Ignacia, hermana de Daniel y Matilde. El lugar donde nació era la Enconada, un lugar dedicado al trabajo agrícola. 
Este era un pequeño pueblo en el oriente boliviano, se dice que en realidad se llamaba la Rinconada, pero la pronunciación constante de retirar las dos letras y cambiarlas por la vocal "e", hicieron que tome el nombre de Enconada. En 1919 se cambió el nombre a Warnes, en honor a Ignacio Warnes quien fue gobernador de la Republiqueta de Santa Cruz de la Sierra.

Ignacia Zeballos Taborga en su etapa de niñez fue formando su carácter cada vez más aventurero, apasionado y sagaz. Fue una persona convencida de que su país debía progresar y recibir un apoyo de su gente para su desarrollo. Pero el amor le atrapó con total entrega de sus sentimientos a su futuro esposo. La vida no fue buena con ella, no supo dominar la depresión en la que cayó después de que su amado esposo falleció. Las lágrimas y llantos en nada servían. Nuevamente las amarguras de la vida le acompañaron estando en la ciudad de La Paz, cuando perdió a su segundo esposo: teniente Blanco.
La gran autoestima que generó para salir del abismo en el que estaba sumida y elevar su confianza en sí misma, hizo que emprendiera a nuevos retos, era los años posteriores a Melgarejo y su desastre como gobernante nos dejaba una herencia anárquica; Ignacia sabía de la situación que se vivía en el país, así que fusionó su valor patriótico con su valor civil y viajó a la ciudad de La Paz, dejando a sus padres y hermanos en la pacífica y tranquila comunidad de la Enconada. 
Al llegar al valle de Chuquiago no vio más que una masa de gente anárquica y llena de envidia llena de un cúmulo de ambiciones personales por el poder del país. Ella no tenía parientes en la ciudad, entonces buscó un trabajo urgente para subsistir y encontró el oficio de costurera. Observar constantemente las luchas civiles y motines militares le pareció muy raro, ya que en tierra de donde venía todo era paz y tranquilidad. A ella se unió una causa patriótica primero y un acto revolucionario después. Fue entonces que se unió a las fuerzas que intentaron derrocar al gobierno de Tomás Frías en marzo de 1875. El objetivo: la quema del Palacio de Gobierno. Dicho y hecho, fue que al mando de Resini atacaron con un grupo de personas lanzando piedras, palos y antorchas hacia el palacio de Gobierno, resguardado sólo por un grupo liderado por Mariano Baptista Caserta. Ignacia fue parte de una primera insurrección popular, esto fue un cambio en su percepción del país, viendo que su sustento económico no era suficiente después de algunos meses regresó a la Enconada.

Pasado algunos años, Ignacia desarrolló una capacidad de independencia soberbia y dinámica. Trasladándose a diferentes lugares para conocer y seguir el cauce del destino de la patria, incluso llegando a tener su propia pulpería en el departamento del Litoral. Estando de vuelta en Santa Cruz, se enteró del conflicto que se hacía inminente con Chile, a partir de un comunicado del Ministerio de Gobierno con fecha del 3 de marzo de 1879. 
Ella se dirigió a las letras mayúsculas que había en dicho comunicado y al leer la palabra "Urgente" sabía que su país estaba en peligro. Habían pasado más de dos semanas desde que tropas chilenas habían invadido el puerto de Antofagasta, llegando en pocos días a los poblados de Mejillones y Caracoles. El departamento del Litoral estaba en peligro de ser anexado a Chile. 
Tardando en llegar 14 días el comunicado al oriente boliviano, el mandado de urgencia incluía y pedía el acopio de armamento y municiones. Ignacia con una lágrima cayendo de su ojo derecho y empuñando su mano derecha prometió ayudar a su país con valentía y voluntad; se despidió de su familia y marchándose a lomo de un caballo se unió a los "Rifleros del Oriente", que se dirigían a la ciudad de La Paz, haciendo caso omiso al llamado que mencionaba que NO participen en el conflicto ciudadanos cruceños y benianos, esto por el transporte hasta las cumbres del sudoeste del país y por el gasto que se realizaría tan largo viaje de miles de kilómetros.

Llegando de vuelta a la ciudad de La Paz, se acordó de su difunto esposo paceño, teniente Blanco, que había conocido y vivido algunos años con él. Le trajo algunas memorias y melancólicos momentos vividos con su esposo. Esto fue muy importante en la decisión de continuar a tierras desconocidas, ya que se enlisto en el Batallón "Colorados", pero llevando el uniforme de su difunto esposo. Con el Batallón partieron rumbo a Tacna. La muchedumbre paceña al despedirlos gritaron el nombre de Ignacia y aplaudieron el gesto humanitario de esta mujer valiente unida a la causa patriótica. 

La convicción que le llevó a este viaje fue de incertidumbre por lo que iba a pasar, saliendo el 16 de abril de La Paz y llegando el 30 de abril de 1879. Llegando a tierras peruanas se incorporaba al ejército boliviano, Ignacia fue parte del servicio de enfermería en las "ambulancias" del Ejército Boliviano, que a principios de mayo de ese año el general Hilarión Daza ordenó la creación de "ambulancias" en todo el país. El director de la Ambulancia Boliviana  fue el médico Zenón Dalence que prestó sus servicios en la Guerra del Pacífico como Cirujano Mayor del Ejército. Es entonces que Ignacia participa en las excursiones a Ite y Moquegua en el sur de Perú. 
El 26 de mayo de 1880, en la Batalla del Alto de la Alianza fue devastador para Ignacia, viendo muertos y heridos tendidos en el suelo, y recordando esos sucesos mencionaba su experiencia del drama que se vivió aquel momento: "Al día siguiente me dirigí al lugar donde fue la batalla, llevando carne, pan y cuatro cargas de agua, acompañada de dos sanitarios; al pasar por ese lugar y al ver mortandad tan inmensa se partió mi corazón y lloró sangre...". Era una derrota personal, nacional y moral.
Pasada la retirada de Camarones y retrocediendo hasta Arica, se tiene en conocimiento el informe de la enfermera Ignacia Zeballos portando un brazalete de la Cruz Roja, la primera boliviana en portar dicho brazalete, y prestando servicios en las ambulancias del Ejército Boliviano. En relación a quien fue la primera enfermera boliviana en la guerra, es importante señalar que algunos documentos indican que Andrea Bilbao Rioja fue la primera enfermera voluntaria. Esto se debe a que su padre se adhirió al Ejército, tanto fue el amor de la hija al padre, que Andrea marchó con él, a sus 15 años.

"Puesta a órdenes del Gral. Daza me señala todos los cuarteles para que ejerza el papel de enfermera al que voluntariamente me había sometido. El Gral. Pérez (Juan José) me expresa que era necesario llevar la insignia de la Cruz Roja para ser admitida".
Durante algunas batallas siguió socorriendo con valentía y tenacidad a los soldados heridos, junto con las rabonas, madres o esposas de los soldados que acompañaban para darles comida o ropa, y que estas habían sido muy importantes en las batallas de Pisagua, San Francisco, Iquique y Tarapacá donde varios de los heridos fueron atendidos por estas mujeres valientes. 

Ignacia había enfrentado la realidad, aquella que pocos la conocen y que nadie desearía estar allí, su carácter cambió rotundamente y aumentó su simpatía y humanismo por ayudar a los demás.

Posteriormente el Ejército de Bolivia decide retirarse del conflicto y deja al Perú sólo con una guerra que sostuvo hasta 1884. 
En el gobierno al mando de el nuevo mandatario el Gral. Narciso Campero reunido en la Convención Nacional de 1880, da a conocer la condecoración a héroes y heroínas que salieron del conflicto. En la Convención Nacional Ignacia recibe la declaratoria de "Heroína Benemérita de la Patria" con el título de "Coronela de Sanidad", por sus labores heroicas al servicio de la patria durante el conflicto bélico con Chile. Ignacia miraba al cielo y agradecía a Dios por haber dado su vida por la patria. Una mujer digna de reconocimiento ganándose no sólo esos honrosos títulos sino que se ganaba el respeto de todo un país.
Pasada esta situación Ignacia se quedó a vivir en La Paz y apoyó en acciones conjuntas con servicios humanitarios, además que pudo sobrevivir gracias a la pensión vitalicia que recibía por parte del Gobierno. 
En el siglo XX, el cambio político cambió y el liberalismo estaba en el poder como máximo representante tenía al Gral. Ismael Montes siendo presidente de la República. 
Ignacia con una lucidez admirable dice adiós a este mundo a los 73 años. Falleció el 5 de septiembre de 1904, la población no se olvidó de ella y le dio una despedida rindiendo los mejores honores que se merecía esta mujer cruceña. Siendo enterrada la Coronela Zeballos en el Panteón de los Nobles de la ciudad de La Paz. 
Pasados los años, en 1948 el presidente y médico Enrique Hertzog decreta a la Escuela Nacional de Enfermeras con el nombre de Ignacia Zeballos. 
La tierra que le vio nacer esperó hasta 1982 sus restos de la heroína boliviana, siendo trasladados en una urna a la ciudad de Warnes, antes llamada Enconada, donde el Ejército Boliviano la declaró “MADRE DEL SOLDADO BOLIVIANO”. 
Un honor para esta mujer que enfrentó a los invasores con rectitud, firmeza y lealtad. Ella descansa en el panteón de los grandes personajes de nuestra historia. 
Símbolo de inspiración y fórmula para observar que la simpatía y el humanismo priman por sobre toda ideología.

Bibliografía Estenssoro, R. y Cantuta, A. (2007). Historia de la Cruz Roja Boliviana. La Paz, Bolivia: Editorial Quatro Hnos. Zubieta, F. (2008). Ignacia Zeballos Taborga: Madre del Soldado Boliviano. https://www.diremar.gob.bo.


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